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Archive for the ‘INVASORES’ Category

Primer culo en Magia Critica: el simbolo de ummo en MisaYo no sé cuántos lectores habrán oído hablar del planeta Ummo.
Me cuesta resumir un caso al que sigo embrujado desde 1981. Mi amigo, el abogado José Juan Montejo, cuenta la historia con detalle. Ahora, si yo tuviese que escribir la entrada respectiva para un diccionario, sintetizaría el llamado affaire Ummo como la historia de las relaciones entre unos supuestos seres que afirmaron haber llegado desde ese astro, en órbita alrededor de la estrella Iumma (identificada con nuestra Wolf 424), y sus corresponsales terrestres, en su mayoría ufólogos españoles (sin contar seis argentinos, varios franceses y un italiano).
Según cuentan ellos mismos, la avanzada ummita descendió cerca de la población de La Javie, Francia, el 28 de marzo de 1950, dispersándose luego hacia diversos puntos estratégicos de la Tierra. El grupo expedicionario recién estuvo listo para entrar en contacto con la Humanidad quince años más tarde, cuando un grupo de aficionados a la ufología y las ciencias ocultas, reunidos semanalmente en el madrileño Café Lion alrededor del contactado Fernando Sesma, empezó a atender las llamadas telefónicas y luego a recibir decenas y decenas de informes técnicos donde los embajadores de esta raza extraterrestre (ya que era una entre varias) exponía su historia, ciencia, filosofía y daba una increíble serie de instrucciones a los ufólogos, ya puestos al servicio de la causa ummita.

San José de Valderas, 1967“NO NOS CREAN”. El sello de autenticación de cada carta era el símbolo Ж, enmarcado en una especie de huella digital, acaso un gesto de sacrificio: la yema de los dedos de los ummitas era tan sensible que dictaban las cartas a un mecanógrafo terrestre. Su lema, reiterado hasta el hastío, era: “No nos crean”. Y a veces seguían: “Acojan con desconfianza estos conceptos y muéstrense incluso escépticos ante los oemii (hombres) no familiarizados con su ciencia, pero no destruyan estas hojas impresas”, dado que éstas constituían “el precedente histórico de las relaciones primigenias entre nuestras dos redes homínidas”.
Pronto, una sorprendente secuencia de pruebas reforzaría la credibilidad de los corresponsales invisibles. En febrero de 1966, un diario español dio cuenta del aterrizaje de un ovni en Aluche, en las afueras de Madrid, que dejó marcas en el suelo y exhibió la insignia que estaría indeleblemente asociada al misterio: el testigo, un tal José Luis Jordán, había descrito que el aparato poseía en su panza un símbolo similar al de Ummo. En el Café Lion revivió la pasión: los ummitas habían anticipado el avistamiento. El 1 de junio de 1967 fue el acabóse: otro platillo ilustrado con el icono ummita sobrevoló el barrio madrileño de San José de Valderas y sus evoluciones fueron profusamente fotografiadas (por testigos tan anónimos como los ummitas, pero aquí lo dejo: prometí no entrar en detalles). En suma, el fervor por Ummo se expresó en una pila de libros del veterano escritor Antonio Ribera, autor del célebre Un caso perfecto (centrado en las postales de Valderas), y en varios encuentros alentados por los propios ummitas, el más espectacular de los cuales fue el celebrado en 1980 en Alicante bajo el título “Jornadas Conmemorativas y de Estudio del Planeta UMMO”.

Jose Luis Jordan PenaUMMO CONFUNDE A LA TIERRA. Algunos consideran que la intromisión de Ummo en los asuntos terrestres concluyó en 1993, cuando José Luis Jordán Peña (izquierda), aquel testigo en Aluche, contertulio en el Café Lion y luego cofundador de la Sociedad Española de Parapsicología, confesó haber sido autor del fraude.
Pero la odisea ha continuado. Las declaraciones en las que Jordán Peña se atribuye el embrollo cósmico sufrió algunas contramarchas (“cuidado, soy un sofista profesional”, me dijo una vez). Pero años antes de que su verborragia explotara sobraban indicios (expuestos por Félix Ares de Blas, Carles Berche, Javier Sierra y el propio Montejo) que lo dejaban con el culo al aire.
Hay versiones más escabrosas, pero Jordán Peña suele contar que decidió reivindicar sus derechos intelectuales de la saga cuando supo que la influencia de su creación había llegado muy lejos. Me dijo que se escandalizó cuando, a mediados de los ochenta, supo que Eduardo Eddie González Arenas, líder del grupo Edelweiss, tatuaba el símbolo ummita con una yerra al rojo vivo y abusaba sexualmente a sus jóvenes seguidores (Eddie acabó degollado por una de sus presuntas víctimas en 1998). También me contó que afectó a su sensibilidad saber que el ufólogo catalán emigrado a la Argentina y ex piloto de guerra durante la Segunda Guerra Mundial de la Real Air Force, Luis Anglada Font, murmuró sus últimas palabras en ummita. Había sido uno de los receptores de las maquiavélicas cartas.

Sesma en La Ballena Alegre, Cafe Lion (documento de Hilde Menzel)CÁLLATE, BENÍTEZ. Pese a la confesión de Jordán Peña, las ilusiones de los ummoadictos nunca se disiparon por completo: a muchos entusiastas les cuesta aceptar que una sola persona fuese capaz de construir, casi con la única ayuda de los promotores del mito, un “experimento” que estuvo a pasos de constituirse en culto. Es que Jordán Peña, con escasa voluntad para demostrar sus afirmaciones y muy dado a jugar con sus entrevistadores, siempre podía ser “el hombre de confianza” de los visitantes. Algo así insinúa Juan José Benítez, en El hombre que susurraba a los «ummitas», título inspirado en las experiencias de aquella hermosa persona que fue Rafael Farriols. En ese libro, tal vez el peor de los cincuenta que lleva publicados, Benitez concluye: “Aunque no acierto a comprender la intencionalidad, después de lo averiguado, hay algo seguro (para mí): los manipuladores del asunto ‘Ummo’ han sido, a su vez, manipulados. Los humanos han movido los hilos de los humanos sin saber que ellos eran marionetas de los ‘NO HUMANOS’” (he respetado la pavorosa redacción del original).
Luis R. González pulveriza en 19 páginas escritas en letra pequeña las aniñadas falacias del escritor navarro. Sospecho que no era para tomarselo a la tremenda: si yo fuera un tenaz creyente en la realidad alienígena de los ummitas, le hubiese suplicado a Benítez que jamás publicara semejante bodrio.
Sin embargo, lo más fabuloso de Ummo no es si somos realmente manipulados por extraterrestres, si fue un fraude elaborado por Jordán Peña o por interpósitas personas, sino que -alrededor del símbolo y cuarenta y cuatro años después- los seguidores del asunto aún debaten la cuestión con sincero apasionamiento.
Es decir: Ummo sigue entre nosotros.

Agostinelli y Adal Ujvari, 1982DE 2001 A CAÑUELAS. Entre nosotros los argentinos, por ejemplo, los ummitas se expresaron en el entusiasmo de un joven investigador, Adalberto Ujvari, un estudiante de Ciencias de la Comunicación residente en la bonaerense localidad de Florida que, a comienzos de los ochenta, recorrió Europa en pos de verificar el contenido de los informes. Durante su aventura, me dice, no aprendió tanto sobre Ummo. Pero sí sobre asombrosos aspectos de la sociología, la geografía y la naturaleza humanas que, sin Ummo, jamás hubiese aprendido. 2001, periodismo de anticipación, una revista preciosa (publicada entre fines de los sesenta y comienzos de los setenta por Enrique Llanas, Alejandro Vignati y Eduardo Azcuy, entre otras plumas de la época), dedicó a los ummitas una portada gloriosa y no una, sino varias notas. Tal vez algún ejemplar de 2001 fue a parar a manos de Carlos Eduardo Jerez, un curandero que erigió en la localidad de Cañuelas, provincia de Buenos Aires, un enorme platillo volador estacionado frente a un caserío que llamó “planta de investigaciones”. Allí, Jerez recibió a miles de enfermos terminales a quienes prometía una “cura milagrosa” gracias a una tecnología médica importada de Ummo.
Los rastros de Ummo en la Tierra no terminan aquí. Sigo.

Herikberto Muela. Fuente: diario El MundoINTENSIDAD. Durante veinte años, en el más puro silencio, el artista plástico gallego Herikberto Muela Quesada escribió un ensayo de 500 páginas donde ha desarrollado una “teoría de los diseños coincidentes o de la convergencia adaptativa”, ha derivado de ella una novela titulada El hombre del traje blanco, y ha concebido un frondoso catálogo conformado por seiscientas especies alienígenas que bocetó con precisión extrahumana. Antes había trabajado con expertos en FX de La guerra de las galaxias y de Alien, el octavo pasajero, y luego su búsqueda estética derivó al comic. Pero su interés por otros mundos surgió a partir de una fijación de su padre, Franco Muela, por los seres de Wolf 424.
Allá por 1995, Herikberto fue invitado a un selecto cónclave de ummólogos donde estuvo Jordán Peña. Tras disculparse por la interrupción, se puso un antifaz de El Zorro y leyó una carta en homenaje a su finado padre, artista como él y violinista. “Algunos textos sólo podrían haber sido escritos por un sádico”, aseguró. Sólo así se explicaría que las cartas hablasen de “una dictadora ummita adolescente que disfrutaba con el sufrimiento de sus víctimas”. La emperatriz ummita ordenó viviseccionar a Ummowoa, profeta asimilable a la figura de Cristo.
El antropólogo Néstor García Canclini define a estos cruces, interculturales o intergeneracionales, culturas híbridas.
Para mí son ejemplos de intensidad.

Ummo en LostDE LOST AL CULO DE MISA. Otros rastros de Ummo en la Tierra hablan de una mitología que tiñe la cultura popular como una mancha de tinta en un delantal. Allí está el logotipo ummita grabado en un árbol en el episodio 16 de la tercera temporada de Lost. Juliet Burke, parte de la cofradía de Los Otros, también luce un tatuaje ummita en la piel (aunque otros lo ven más parecido al emblema de Cienciología).
¿Quieren ejemplos más cercanos? Durante años funcionó en Palermo y San Isidro la cadena de restaurantes Ummo. Su huella persiste como Ummus (aunque sólo en San Isidro). Sigue llamándose Ummo en Santiago de Chile, en el barrio Providencia, pese a que el cheff haya emigrado a San Juan de Puerto Rico, donde prepara sus banquetes galácticos en el Ummo Argentinian Grill. No sorprende, pero causa gracia, escuchar en la web un tema del Gotan Project, con la locución de Fabio Zerpa.
Ummo también vive entre telas, dedales y tijeras: el diseñador de indumentarias argentino Marcelo Ortega identificó a sus productos con la marca UNMO. Si bien cambió la primera consonante, explica que su marca tiene que ver con “la fuerte influencia literaria de ciencia ficción, y obsesión por el futuro, sobre ovnis y alienígenas”. Además, aclara que Ummo es “un lugar que está en el límite entre la literatura fantástica y la investigación”. Perfecta capacidad de síntesis la del modisto.
MisaMatías Morey Ripoll descubrió otro morboso rastro ummita. Se advierte en la nalga izquierda derecha de la Pampita canadiense, la modelo Misa Campo. “Ya me explico por qué nunca he descubierto a ningún extraterrestre. Yo me fijaba en el meñique”, acotó el ingeniero en Telecomunicaciones Manuel Borraz Aymerich.

Un problema de los ufólogos, que alcanza incluso a los escépticos, es que no ven más allá. Les cuesta ver fuera del alcance de los ojos.

Agradecimientos: A Juan José Montejo, Juan Pablo González, Enrique Márquez y Matías Morey Ripoll (Lista Anomalist).

Enlaces

UMMO-Ciencias. Sitio en español dedicado al asunto UMMO

Benítez, J.J.: El hombre que susurraba a los «ummitas» (Planeta, 2007). Leer la crítica de Luis R. González, en la web de la Fundación Anomalía.

Dos imperdibles intervenciones de Herikberto: una en Youtube y otra con Buenafuente.

Aconsejo ignorar (o corregir, si alguien sabe cómo hacerlo) la desastrosa entrada de Ummo en Wikipedia.

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Francisco García, el contactado que en 1973 predijo un aluvión de ovnis en Chascomús (atrás, Javier Alfonsín, hijo de don Raúl).Una de las historias que investigué con más entusiasmo para Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Sudamericana, 2009) fue la profecía de Francisco García, un contactado que decía ser “comandante de las fuerzas de Marte en la Tierra y marciano por parte de madre a nivel de la tercera reencarnación”. En 1973, García revolucionó a la localidad de Chascomús, provincia de Buenos Aires, y a la audiencia de Canal 13, cuando anunció que el contacto con los marcianos era inminente. “El próximo sábado, cincuenta platos voladores van a descender sobre la Laguna de Chascomús. No serán cuarenta y nueve ni cincuenta y uno, sino exactamente cincuenta platos”, dijo García el 16 de agosto de 1973 a Víctor Sueiro en Teleshow, un programa de entrevistas que compartía con José de Zer, entre otros.

La profecía de García falló y la historia hubiese podido terminar ahí. De hecho, don Alfredo D’Alessandro, por entonces socio del Club de Pesca y Náutica de Chascomús, despachó el asunto en poco más de dos minutos:

Ese capítulo de la ufología argentina, titulado Mi marciano favorito, iba a quedar inédito: ante la imposibilidad de dar con indicios de Francisco García, me propuse reencontrar y visualizar los archivos de las diferentes emisiones de Teleshow, que se ocupó del tema durante una semana, antes de poner manos a la obra; pero ni Canal 13 ni los principales documentalistas porteños sabían nada de aquel rodaje. Una luz de esperanza asomó cuando Sueiro me dijo que guardaba algunas cintas y podía mostrármelas. Lamentablemente, el periodista falleció antes de reunirnos y su familia no tuvo suerte cuando buscó el preciado material.
Casi sin darme cuenta, la reconstrucción de la odisea marciana había comenzado. Aparte del propio Víctor Sueiro, entrevisté a varios protagonistas secundarios (Adalberto Ujvari, José Eduardo Bonavita, Luis Urruti, Alfredo D’Alessandro, Abelardo Tejo y Juan José Castro, entre otros) y visité Chascomús para imaginar lo que menos posible lo que debió ser “la escena del contacto”. Luego logré hallar al legendiario Normando Anuar Busefi, otro profeta de extracción peronista –hoy internado en un neuropsiquiátrico- que respaldó el vaticinio de García y cuyo derrotero y destino merecieron un amplio despliegue en el libro.

También intenté reflejar el clima de la época: poco antes había vuelto a la Argentina el general Juan Domingo Perón, se produjo la masacre de Ezeiza, Estados Unidos huía de Vietnam del Sur, en Chile crecía el fantasma del general Augusto Pinochet, las sondas Pioneer partían al espacio profundo con un mensaje a posibles extraterrestres, la revista 2001, periodismo de anticipación era rebautizada “periodismo de liberación” y el diario Clarín comenzaba a publicar El regreso de Osiris, una novela gráfica de Alberto Contreras que mezclaba ciencia ficción, ufología y religión.
En Mi marciano favorito intenté poner en perspectiva a los profetas que prometen grandes revelaciones sobre realidades extraterrestres. Pero, también, quise mostrar cómo actúan los diversos actores antes, durante y después de la instancia de agitación social que causan estos pronósticos. Y que -cuando la profecía falla- poco se gana “apaleando” al profeta: el ensañamiento supone ignorar que siempre hay visionarios rondando por ahí y que, si tienen alguna influencia, es gracias a los periodistas, ufólogos, aficionados y, por supuesto, empresas periodísticas a las que “tanto les interesa” mantener al público bien informado. Ironía ésta que captará el buen lector de Invasores.

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“No podemos ser tan egocéntricos para creer que somos los únicos seres inteligentes en el universo”. Cuando alguien dice esta frase simula improvisar una genialidad única. Pero la oí trillones de veces. “No podemos ser tan egocéntricos para creer que, si existieran otras inteligencias allá afuera, les interesará conocer a una especie tan egoísta, belicosa y poco inteligente como la nuestra”. Esta otra idea es menos frecuente. Pero ya es un lugar común entre escépticos, herejes y bienpensantes. Tanto se ha extendido que quizás inhibe a formular hipótesis imaginativas pero plausibles. Un par de ejemplos rápidos; si una civilización de otro sistema solar detectara signos de tecnología en la Tierra, ¿cómo llegarían hasta aquí? Y si llegasen, ¿cómo se verían ellos? ¿Serán humanoides, por una inconcebible carambola evolutiva, o acaso es más probable esperar robots o ciborgs  (por aquello de que el viaje interestelar prefiere cuerpos perdurables)? Éstos conceptos son muy terrestres, claro, pero por ahora no queda más remedio que tomarlos, dado lo poco que sabemos del razonamiento y la ciencia de hipotéticos  visitantes alienígenas.
Obama The Truth

LA CASA BLANCA Y FUNES LO SABEN. Gracias a la amplia diseminación de conjeturas científicas -provistas por la ciencia ficción y la ciencia popular-, hay un imaginario compartido donde parecen cuajar especulaciones que en otros tiempos hubieran sido consideradas imposibles. Trece millones de espectadores pendientes del estreno del primer capítulo de la remake de V, o la receptividad pública de golpes de marketing como The Fourth Kind, prueban que los alienígenas aún fascinan a las masas. Por otro lado, la red ha masificado la vertiente milenarista de la promesa exobiológica, y millones de almas -que tomaron al pie de la letra rumores de Internet- aguardan impacientes la conferencia donde Barack Obama revelará la verdad de los ovnis; o que el padre jesuita cordobés José Gabriel Funes, el astrónomo del Vaticano, hará patria y desclasificará los archivos secretos sobre los extraterrestres -que bien podrían tener a su propio Cristo high-tech.
Quienes esperábamos un siglo XXI despejado de una exagerada ilusión de la venida E.T. nos llevamos un chasco: la expectativa social se ha desbordado. El clima de invasión no cede.

alien ciborgSONDAS AUTOREPLICANTES. Algunos canales de televisión capitalizan ese entusiasmo persistente a través de documentales muy recomendables. Un ejemplo de ello es el que doy arriba, la serie Sci-Trek (Discovery Channel, 2009). Los herederos de Carl Sagan (Michio Kaku, Seth Shostak y Douglas Vokoch, entre otros) abordan la posibilidad de las visitas extraterrestres a partir de una conjetura del genial físico John von Neumann: “¿No deberíamos esperar que una multitud de sondas inteligentes autoreplicantes estuvieran propagándose por el cosmos?”. Kaku, en sintonía con el espíritu de los reptiles enfundados en piel humana, pregunta: “¿Acaso las señales que enviamos al cosmos no alertarán a criaturas hostiles?”.
Archivos desclasificados del padre Segundo Benito ReynaROSETTA UFOLÓGICA. Los telescopios espaciales buscan cuerpos celestes semejantes a la Tierra y analizan miles de millones de píxeles de exoplanetas probablemente desolados. Pese a la fe que le tengo a la ciencia y a la tecnología, sigo preguntándome si la verdadera piedra de Rosetta cósmica no estará en algún oscuro repliegue de la subcultura ufológica. No, no me refiero al ingente dossier de videos o fotos de mala muerte que pueden mostrar cualquier cosa, sino a ornamentos culturales de más compleja comprensión. Por ejemplo, el por qué de una versión del Martín Fierro en varkulets, elaborada por Eustaquio Zagorski, un sastre de Avellaneda que, allá por los sesenta, tradujo la obra cumbre de la tradición gauchesca a un idioma ganimediano a pedido del padre Benito Segundo Reyna -jesuita y cordobés como Funes, el astrónomo del Papa.
CONSPIRE MACHINE. ¿Tiene forzosamente algún significado todo esto? Si alguien cree que las superpotencias económicas o religiosas celan evidencias vedadas para el resto de los mortales, entiendo que vamos a esperar sentados. Pero muchos aceptan que Obama ya conoce La Gran Respuesta. Si llegara a revelar algún Alto Secreto (algo Altísimamente Improbable), ¿por qué lo haría? ¿Por su indómita vocación por la paz mundial? ¿Porque -¡chán!- Mr. President es uno de ellos? Si a alguien sugiere alguna idea, la leeré con atención. Porque -cualquier cosa que diga o calle Obama- la máquina conspiranoica es perfecta. Se encarga de explicar hasta el silencio.

Enlaces

Sci-Trek. Primer contacto alien. (Dividido en 5 partes).

Encuesta de Invasores: » ¿Cómo imaginarías un extraterrestre creíble».

José Gabriel Funes «El cristianismo no debe temer la posible existencia de vida extraterrestre».

“V” (2009) Visualizar serie desde aquí.

Primero fue el varkulets. Primer capítulo de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Sudam,ericana, 2009).

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aliens-trabajando“Yo quiero que el señor (Hermes) Binner (gobernador de Santa Fe) sea el próximo presidente”, dijo Fabio Zerpa al diario La Caspital. Ya que estaba, el actor expuso su deseo de conocer a la ministra de Educación provincial, Elida Rasino, porque “se interesa por cuestiones como la metafísica”. Marcela Isaías, cronista de La Caspital y responsable del panegírico, presenta a Zerpa como “profesor en historia y conocer de antropología y psicología” y adelanta, con flemático rigor informativo, que el ufólogo visita la ciudad de Rosario para dictar una conferencia a los docentes titulada “El saber ser en la educación del siglo XXI”, invitado por el Centro de Estudios y Formación para la Excelencia (Ceyfe), dirigido por Norma L. Demo y Elbio N. Massitti y coordinado por Liliana B. Moretto.
CONTRAPESO. Gracias al cielo, en San Marcos Sierra, Córdoba, filman Pájaros volando, la película protagonizada por Diego Capusotto. Argumento: una comunidad jipona es elegida para viajar en plato volador. Habrá mucho rock, mucha ciencia ficción, mucho cannabis y “hasta una cosa urbana naturalista”, explica el director, Néstor Montalbano. El libro -a cargo de Damián Dreizik- promete la Che ovni del siglo XXI.
El toque de comedia, por ahora, es aportado por la realidad. Mientras Binner y Rasino intentan deshacerse del yunque que Zerpa les ató al cuello, hay poco más qué decir: los lectores de La Caspital –en la sabrosa sección comentarios– editorializaron para usted.

Zerpa, Binner, Demo: vamos bien. La Argentina necesita héroes.

Enlaces

Fabio Zerpa: «Quiero que el señor Binner sea el próximo presidente de la Argentina».

Ceyfe, el centro que auspicia el «curso educativo» de Zerpa a los docentes rosarinos.

«Che ovni», en el blog de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina.

Gracias a Luis Eduardo Pacheco, de StratoCat, por facilitar las noticias comentadas.

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credo fsm1. Anoche estuve en una clase práctica con alumnos de Taller Escuela Agencia (TEA). Uno está ahí, tosiendo al micrófono, y los estudiantes preguntan, como en una conferencia de prensa. Bien por ellos. Por los pibes y las pibas, digo. Yo, mal. Lo de siempre: hablo, las palabras trepan por las ramas, y después ya ni me acuerdo de lo que dije. Mi cerebro debe tener algún defecto. Grave: me preguntan y un ictus amnésico se adueña de mis neuronas. ¿Será pánico escénico? Algo de eso debe haber. Y eso que pongo lo mejor de mí. La charla termina y nunca sé qué contesté. (Ok, ya va, enseguida me defiendo de mí). Hay una cosa en la que no suelo fallar. Nunca me olvido de lo que me preguntan. Será porque las preguntas son como un barómetro social y las orejas, mediomundos a la pesca de las preocupaciones subyacentes, la curiosidad vectorial que atraviesa el interés por estos asuntos a menudo irrelevantes (pero siempre reveladores). Las preguntas son un registro improvisado del conocimiento deseado. La inquietud desnuda el foco, o los múltiples focos, del morbo por lo extraño. O algo así, no sé.

2. O sí. Quiero decir: sé que anoche, en la Sala Pablo Picasso del Paseo la Plaza, los alumnos de Miguel Prenz (a cargo de Introducción al Periodismo y la Información en TEA) me hicieron más de treinta preguntas sobre los temas que acostumbro abordar en este blog, sobre las historias que cuento en Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Sudamericana, 2009), y sobre cómo se relaciona con el periodismo este pastel de cosas raras en las que tanta gente cree. Me llevaron a través del popurrí colorinche de penurias, glorias y miserias de lo inexplicado: historias predilectas, el Maestro Amor, la (inevitable) muñecopsia de Roswell, la credibilidad de los testigos, la demencia y lo paranormal, Iglesia de Cienciología, la eterna crisis de las religiones de siempre y si su fracaso es el éxito de los nuevos cultos, patrones psicológicos entre los protagonistas de encuentros con extraterrestres, por qué cree tanto en los ovnis toda esa gente que cree en los ovnis y mis propias creencias sobre estos temas. Sobre todo, eso. Y sobre todo eso, me preguntaron.  No sé si hice bien, pero creo que les hice creer que sobre algunas cosas sé. Quiero creer que me perdonarán.

3. ¿Alguna conclusión? Quedé fascinado con esos chicos, casi todos menores de veinte años. No expresaron dudas fuera de lugar y hasta hicieron preguntas imposibles de formular sin una mínima investigación previa.  Ni siquiera desentonó el interés que alguno tuvo por mi opinión sobre la existencia de ciertas razas extraterrestres. Cada vez que quisieron saber si creía o no en alguna cosa (alguna cosa en concreto, digo) respondí que me interesaban más las creencias y las experiencias de otras personas. No lo digo por zafar. Soy un firme creyente en el género humano.

4. Cuando la conferencia terminó, una chica de ojos claros me abordó. Parecía decepcionada: en su voz había un tizne de desolación. Me preguntó si nunca había vivido alguna experiencia extraña. Le dije que sí, y al parecer mi respuesta la tranquilizó. Imagino que –si no hubiese tenido ninguna- ése déficit hubiese explicado mi mar de dudas. Enseguida me aclaró que su tema es el Reiki, una práctica en la que cree, y me parece que ella -sólo ella- recibió la mejor respuesta que se me ocurrió anoche (y debió ser así porque recuerdo perfectamente lo que dije).

“Las creencias son un asunto personal. A mi nadie me preguntó por mi religión. Quiero decir, hasta ahora nadie me dio la oportunidad de hablar de mi religión secreta, basada en una deidad monstruosa que se mete en mis sueños. Pero la fe es así, es asunto de cada uno. Si yo no hablé de la mía fue porque nadie me lo preguntó. Uno puede ejercer un periodismo honesto y responsable y a la vez creer en un dios horrible”.

Ella pareció conforme. Yo también, por eso me sentí raro. Si nunca estoy satisfecho con mis respuestas ¿qué clase de satisfacción puedo proporcionar?

Los que vivimos de hacer preguntas, los que vivimos haciéndonos preguntas, somos genéticamente incapaces de dar respuestas satisfactorias.

5. Ah: mi chivo. No me quiero poner melodramático, pero busco candidatos -en lo posible estudiantes-, interesados en tomar la posta. No prometo gran cosa, sólo hablo de heredar en vida. Lo más complicado: convencerlos de que vale la pena. ¿Habrá algún postulante?

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Si ves una vaca volar, creéme es el título del capítulo de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina dedicado a explorar la oleada de mutilaciones de ganado que azotó a nuestro país en 2002. Aquella historia es una historia sobre muchas otras historias. Salvo la del paisano a quien un plato volador hurtó el teléfono móvil (el caso de Raúl Dorado, protagonista del capítulo Fuera del área de cobertura), la saga de las vacas mutiladas no proporcionó ninguna Gran Historia. Quiero decir, no encontré a nadie que jurase haber visto a un chupacabras mientras abducía una vaca, casos como el de la señora turca a la que se le cayó una vaca encima, o episodios parecidos al comercial donde un platillo secuestra a la esposa de un testigo y le restituye una vaca. Ni siquiera me tropecé con relatos de la especie más previsible, como personas que hubiesen afirmado haber visto vacas volando. Bueno, esto último es lo que acaba de suceder en Rosario, Santa Fe. El lunes 5 de octubre, en la localidad de Puerto Gaboto, un matrimonio (Laura y Sergio), asegura haber visto y fotografiado a una vaca en aire mientras era abducida por un plato volador.

Elusividad_CosmicaPLATILLOS FANTASMAS. Destaco que la pareja jura haber visto la escena fotografiada porque en los últimos años han ganado en prestigio las apariciones de ovnis fortuitos o invisibles. El detalle amerita una digresión, que retomo de un reportaje que hace poco hizo Andy Kusnetzoff a Fabio Zerpa en su programa Perros de la calle. “Desde mediados del siglo XX hasta ahora los extraterrestres han tenido tiempo de desarrollar una tecnología tan elevada que escapa a la captación física”, dijo el ínclito ufólogo uruguayo. Esta sería la razón por la cual casi no hay testigos visuales directos sino fotografías de aquellos objetos que el ojo humano es incapaz de ver.
La tesis según la cual existen fenómenos extraordinarios que escamotean obstinada y deliberadamente la evidencia (lo cual los vuelve inaceptables para la ciencia terrícola, empacada en buscar pruebas) tiene sus investigadores de campo, como el platense Luis Burgos, autor de un flamante catálogo de avistamientos ovni poblado en gran parte por “ovnis fantasma”, y hasta sus teóricos, como el sevillano Ignacio Darnaude Rojas-Marcos, quien acaba de plasmar estas ideas en Principio de Elusividad Cósmica (Editorial Nous, 2009).

Invasores Invisibles 3bLA PERFECCIÓN EVANESCENTE. En Invasores llamo a la noción Factor Evanescente:

“Las evidencias son tan frágiles que pueden ser ilusorias. Menos para sus protagonistas, que nos hablan de sus incursiones a través de paisajes oníricos a ojos profanos. Ahora bien, ¿cuáles son esas fuerzas que nadie más puede ver? ¿Qué las desencadena? Hay influencias culturales que, como la tecnología moderna, son indiscernibles de la magia. Con el tiempo, algunas de estas historias se impregnan del don de la infalsabilidad, tornándose incomprobables. Esta transparencia tiene su encanto: le da a estos incidentes una cualidad de ensueño. Las pruebas –a favor o en contra– tienden a desaparecer. Si el efecto es acumulativo, la retórica de la invasión extraterrestre se edifica con bloques casi inmateriales”.

Estos argumentos recuerdan a los de la teología para justificar la intangibilidad de las manifestaciones divinas: los ángeles se presienten, la vírgenes exhiben Su Gracia a un puñado de elegidos y se reconoce a un hada cuando una doncella pide agua pura para beber. En la misma línea, los extraterrestres ahora sólo son captados mediante instrumentos tecnológicos. La naturaleza evasiva de estos fenómenos vuelve a las alegaciones sobre su existencia (y a los de su inexistencia) en infalsables perfectos. Por esta razón, Invasores iba a llamarse Invasores invisibles. Editorial Sudamericana descartó el título porque podía alejar al lector excesivamente suspicaz (aclaro que estuve en desacuerdo hasta que Invasores, a secas, me empezó a gustar).

ManoY SI LAS VACAS VUELAN ¿QUÉ? Si tuviste la paciencia de ver el reportaje que le hizo Canal 3 de Rosario, el testimonio de Laura puede parecer irritante: casi no aporta información aparte de lo que parece mostrar la foto: un garabato blanco, la presunta vaca en vuelo, y una manchita oscura superior, a la que llama plato volador. Ahora bien, ¿cuándo este asunto se pone interesante?
El estado de gracia -creo yo- es lo que sucede cuando alguien otorga una cualidad superlativa a la relación entre ambos objetos, y esta relación es trasvestida en noticia. El modesto proceso de construcción cultural de esta pareidolia –dos manchas en el cielo + un micrófono que disemina el concepto entre miles de espectadores- supone un maravilloso acto de fe: propone saltar de una dimensión de la realidad a otra. Con la misma información que Laura concluye que las vacas vuelan (y el noticiero decide que esa relación constituye un hecho noticiable) es posible hablar de dos pajarovnis, o de un pajarovni y una mancha. (La segunda interpretación, por supuesto, no es noticia: ¿a quién le importa la foto de un pájaro?).
Para un escéptico que predica la racionalidad, hablar de extraterrestres es una superstición ridícula que urge exorcizar. Dirá que si nadie ataja el disparate a tiempo (por ejemplo, lanzando una burla igualmente espectacular), este documento será recordado como el primer registro fotográfico de la abducción de un rumiante.
Tengo para mí que estas prevenciones son un tanto exageradas. Entiendo que ninguna de las dos afirmaciones (la vaca voladora o la gaviota) cambiará el curso de la Historia. Es más, si no lo hizo la transmisión en directo por la CNN de un ovni sobrevolando Washington D.C durante la asunción de Barack Obama, que pudo ser interpretado como una bendición cósmica precognitiva al inminente Nobel de la Paz, menos lo hará esta fotografía.
Yo me quedo con el potencial impacto simbólico de la escena. Una escena que sugiere más de lo que muestra.
MIMNIO… ATHESA… EIOIOIO Salvando las distancias, pienso que estos tropezones culturales (donde hay engaño e inocencia, cinismo y buena fe, aprovechamiento y auténtica perplejidad en alguna o distintas proporciones) pueden ser enfocados como exquisitos ejemplos de arte involuntario.
En Belleza Americana (Sam Mendes, 1999), Ricky, el chico maniático enamorado de la hija de Lester, filmó una bolsa de plástico bailando en el aire. Cuando le mostró el video a la chica, le explicó poéticamente por qué ese acontecimiento azaroso fue lo mejor que había filmado en su vida.
Es una escena que hace soñar al espectador, lo transporta a reflexionar sobre la belleza en términos infrecuentes. Ya lo dijo El Mano cuando describió en El Eternauta el inmenso e intenso legado cultural acumulado en una simple cafetera: lo bello también existe en un artefacto mínimo, aparentemente banal. Es aquello que nadie mira y sólo algunos son capaces de ver. Todo depende de los ojos que lo ven.
Quiero decir: muchos platos voladores son bolsas de plástico suspendidas en el aire.

Enlaces:

La vaca y el ovni, la dimensión desconocida en el cielo de Puerto Gaboto

Blog de Invasores-ellibro

Addenda: Tiempo después pude leer el ejemplar informe sobre el caso Gaboto de Leopoldo Zambrano Enríquez, el coincidente análisis en el blog de Tachi y al informe de Alerta Pseudociencia. Yo llegué a las mismas conclusiones «a ojo clínico». Es decir, sin mérito alguno. Pero es grato descubrir tanta voluntad puesta al servicio de aclarar un caso fotográfico. Toda una reivindicación de que algunas «investigaciones de gabinete» pueden ser muy útiles. Al menos muchísimo más que «investigaciones de campo» que no pretenden descubrir ninguna verdad sino agitar especulaciones simplistas o disparatadas. ¡ Felicitaciones amigos !

Descargar informe completo de Leopoldo Zambrano sobre el caso Gaboto (6.o7 MB)

Entrevista al matrimonio que tomó las fotos de Silvia Pérez Simondini (VISIÓN OVNI).

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Se acabó la veda televisiva para Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina. Anoche estuve en Un Mundo Perfecto, el programa que conduce por América Roberto Pettinato. Gracias a su bendición, ya puedo decir que soy un especialista en ovnis, como rezaba el zócalo. Ya verás, si querés, la entrevista. Abajo está el tablón para despotricar. Mis amigos ya hicieron sus críticas: que entré con las manos metidas en los bolsillos, que tendría que haber chiveado a este blog o haber contado alguna historia de Invasores. Algunos cuestionaron que expresara una sospechosa simpatía por los contactados y otros me reprocharon cierta lentitud anti-televisiva. Por ejemplo: no haberle propuesto a Amalia Granata contarle toda la verdad sobre Roswell en un lugar más tranquilo. Por lo demás, no hay ningún secreto por revelar. La tele sobrevuela las palabras y las cosas sin profundizar, el ruido ahoga toda posibilidad de reflexión y esas acusaciones que suelen lanzar los que van a la tele con ilusiones desmesuradas.

Para mí, el peor problema de la tevé-zapping no es la tevé-zapping sino la creencia de los productores según la cual la audiencia premia el vértigo. Que, sin velocidad, no hay televisión. Hoy la tele es título, flash, reidores, enunciado, efecto. Un gran twitter animado. Sus rayos catódicos te exponen a una vitrina que es virtual: del otro lado está la nada misma. Por suerte, no siempre es así. De vez en cuando, en el aire queda flotando alguna idea y alguien la pesca. Si el tema interesa, conocer los títulos permite avanzar, descubrir, investigar. Lo contrario -desconocer los títulos- te condena a la marginalidad. Yo creo que, si tenés algo para decir o deseos de escuchar, es un poco peor.

Punto final: según los expertos, los post largos no los lee nadie.

Las imágenes en YouTube son cortesía de Max Seifert, acaso el más laborioso colaborador de este blog.

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La zona ocultaEl periodista español David Benito me entrevistó en La Zona Oculta, un programa dedicado al misterio. Hablamos de Invasores, sus casos más extraños y aquellas experiencias que obligan a los testigos a enfrentar a un mundo incrédulo.
Max Seifert grabó el programa. Gracias a su atención lo podés escuchar aquí mismo:

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La Zona Oculta

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Desde que salió Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina rezongué bastante por la nula atención que le dedicó al librito la televisión, lo cual prueba que la amistad (muchos y buenos amigos míos trabajan en la tele) es irrelevante a la hora de conseguir un poquito de difusión en la caja idiota. Ahora, cuando Terra TV me hace un precioso reportaje para hablar del libro, me quejo de mis tics y de lo mal que me queda la barba.

En el programa Tu Entrevista hablo de cuatro historias del libro (la abducción de Martha Green, el encuentro cercano de los empleados del Casino de Mendoza, el caso del celular abducido, la teleportación del matrimonio Vidal…) y hasta del caso Roswell. Los webespectadores enviaron muchas preguntas, que espero responder desde aquí o -mejor- desde el blog de Invasores, que anda por aquí. Gracias a los amigos de Terra (especialmente a Leo Gentile y Chris Delicia) por tanto interés y buena onda. También a los «lectores invitados», mis amigos y colegas Gabriel Lembergier y Mariana Comolli. El programa se puede ver haciendo click acá.
En cuanto a la pregunta «¿Por qué amamos a los aliens?» (como se presenta la entrevista), nunca me la han formulado. ¡Qué pena! Es una gran pregunta. Vamos a aprovecharla, trasladándola a los lectores de este blog: el que deje en «Comentarios» la mejor respuesta (según mi caprichosísimo criterio) se gana un ejemplar de Invasores autografiado. Como el correo está caro, priorizaré las respuestas de residentes en la Argentina. («¿De qué clase de amor escribirán?», me pregunto).

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INVASORES El Blog

La benevolencia del lector permitió que Magia Crítica funcionara como plataforma de lanzamiento de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Sudamericana, 2009). Fervor que algunos amigos -entre ellos los editores de Crítica Digital– habrán disculpado por tratarse de mi primer libro.

Tras meses de defenderse solo desde este blog, Invasores ahora tiene su propio sitio (www.invasores-ellibro.com.ar). Allí, gradualmente, iré sumando material multimedia complementario (entrevistas, fotos, audio y videos), contenidos derivados del libro (entrevistas, críticas y comentarios) y otros artículos relacionados con los temas que abordo en Invasores. Mi intención no es ningún misterio: entusiasmar a quienes todavía no lo leyeron y sumar valor al libro a quienes ya lo han leído.

De paso, comento que el próximo jueves 20 de agosto a las 17 horas estaré en el programa Tu Entrevista del portal Terra y que el pasado domingo salió una completa entrevista en la revista provincial Rumbos (desde aquí se puede descargar el pdf) .

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El miércoles 15 de julio recibí el llamado de un tipo entrañable. Era el periodista y escritor rosarino Carlos Del Frade, conductor de Radiohistorias (103.3 Radio Universidad de Rosario) (*). Durante veinte minutos conversamos sobre mi libro, Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina, y de las fabulosas vidas de los contactados Eustaquio Zagorski y Francisco García.

Podés escuchar la entrevista completa aquí mismo:

Con Del Frade compartimos nuestra vocación por la ufología a comienzos de los años ochenta. Luego cada cual siguió su camino: él dio pelea entre la denuncia social y el periodismo político y yo quedé colgado de las galaxias, entre la cultura popular y la científica. Tal vez por eso yo lo recordaba más a él, que él a mí. Por aquellos años, más de una vez nos pisamos los talones detrás de los mismos testigos de ovnis y otros portentos. Pero, sobre todo, coincidimos en los corrillos de los congresos anuales que organizaba la FAECE (Federación Argentina de Estudio de la Ciencia Extraterrestre), fuente de la mejor chismografía alienígena que -por razones que ahora considero injustas e incomprensibles- casi no menciono en el libro (**).

Carlitos Del Frade todavía no había leído Invasores (sí la entrevista que publicó Radar, el suplemento dominical del diario Página/12). Por algún motivo, acaso por su elogiosa presentación, me rondaba la pavorosa impresión de que Carlos me estaba confundiendo con otra persona. Confirmé la impresión cuando la entrevista promediaba.

-Lo que te voy a hacer es casi un regalo, me dijo. Tengo un libro tuyo, Mundos paralelos, tu primer libro.

Tragué saliva: Mundos paralelos (Editorial Cielosur, 1979) fue escrito por mi amigo Alejandro Chionetti, explorador de submundos y ganador del concurso Cuarta Dimensión organizado por Fabio Zerpa, y radicado en los Estados Unidos desde 1984.

Repuestos del equívoco, seguimos repasando casos -recordé la masiva convocatoria al avistamiento (interruptus) de la Laguna de Chascomús- y el proceso de escritura del libro. Antes del final, me preguntó por mis conclusiones. Danger! Casi siempre evité, en beneficio del lector, ofrecer algo así como conclusiones. De todos modos alguna idea improvisé, pero pronto me arrepentí de no haber leído en Radiohistorias el epílogo de Invasores, un cuento breve de Héctor Germán Oesterheld, que resume muy bien la tensión que nos lleva a buscar respuestas incluso donde jamás las podremos encontrar.
Como me quedé con ganas de reparar aquella omisión, esta tarde helada de agosto quise compartir ese texto con los lectores de Magia Crítica. Ojalá les guste tanto como a mí.

El cristal de Marte

En algún lugar de los vastos arenales de Marte hay un cristal muy pequeño y muy extraño.
Si alzas el cristal y miras a través de él, verás el hueso detrás de tu ojo, y más adentro luces que se encienden y se apagan, luces enfermas que no consiguen arder, son tus pensamientos.
Si oprimes entonces el cristal en el sentido del eje medio, tus pensamientos adquirirán claridad y justeza deslumbrantes, descubrirás de un golpe la clave del Universo todo, sabrás por fin contestar hasta el último porqué.
En algún lugar de Marte se halla ese cristal.
Para encontrarlo hay que examinar grano por grano los inacabables arenales.
Sabemos, también, que, cuando lo encontremos y tratemos de recogerlo, el cristal se disgregará, sólo nos quedará un poco de polvo entre los dedos.
Sabemos todo eso, pero lo buscamos igual.

Fuente: “Los argentinos en la Luna” (Ediciones de La Flor, 1968)

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(*) Radiohistorias. Conducido por el periodista y escritor Carlos del Frade, responsable del sitio Postales del Sur. Producción y locución: Anabel Barboza. Se emite de lunes a viernes 23 a 24 hs por Radio Universidad de Rosario (103.3). Ganador del Martín Fierro del interior al mejor programa unitario de radio (2006).

(**) Sobre la FAECE recomiendo leer «Principio y fin de las instituciones ufológicas rectoras en la Argentina», por Luis Alberto Pacheco, en La Nave de los Locos Nro. 20, enero de 2003. Descargar archivo en Pdf aquí.

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“¿Cómo te imaginás a un visitante extraterrestre para que resulte creíble?”. Esta apelación a la imaginación científica de los usuarios aparece desde ayer en Yahoo! Argentina. Por una vez, te pido que dejes tus comentarios en otra parte. Tu respuesta, si es la mejor, será premiada: Yahoo! regala un ejemplar de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina y un CD con la banda sonora del libro.

A juzgar por las primeras respuestas, mi trabajo -elegir la mejor- será difícil, pero extraordinariamente divertido.  Podés participar hasta el 21 de Julio de 2009.

Si querés leer comentarios sobre Invasores, entrá acá. Si te pica la curiosidad o querés bajar la carátula de la banda sonora del libro, descargá el pdf desde aquí.


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El lanzamiento de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina tuvo efectos colaterales, la mayoría de ellos felices, otros no tanto. Eso sí, casi todos fueron divertidos. De las entrevistas radiales, dos se destacan de las demás. Los motivos también son dos:  fueron realizadas por dos entusiastas lectores del libro, Luis Alfonso Gámez (en el espacio que tiene con Javier San Martín en Protagonistas Bizkaia, en Punto Radio Bilbao, España), y Yohanan Díaz (Punto Cero Radio, México), y ambas también se pueden escuchar online.
La nota de Luis Alfonso surgió a partir de una polémica que se desató en España. El colega de El Correo me llamó interesado en nuestra revisión del famoso caso del cabo Armando Valdés Garrido, un militar chileno que, hace poco más de treinta años, declaró haber sufrido una experiencia de “tiempo perdido” durante una guardia nocturna en Pampa Lluscuma, cerca de Putre, en el norte de Chile.
Brevemente, el 25 de abril de 1977 Valdés pasaba la noche con siete conscriptos refugiándose del frío en una caballeriza. La histeria de esa madrugada comenzó cuando vieron una, luego dos luces que no lograron identificar. Valdés fue hacia la luz y desapareció 15 minutos. Luego regresó en una suerte de trance, balbuceando “Ustedes nunca sabrán quiénes somos ni de dónde venimos, pero pronto volveremos”. Horas después, los soldados descubrieron que su barba estaba crecida y el reloj adelantaba cinco días. Esta increíble historia -repleta de detalles novelescos, ahora imposibles de desarrollar- iba a ser parte de Invasores, pero quedó fuera cuando el libro quedó acotado a historias argentinas.

¡QUÉ MENTIROSOTE, IKER! Hace algunas semanas, el cabo Valdés fue entrevistado “en exclusiva” por Iker Jiménez en su programa Cuarto Milenio. En las promociones y cada vez que pudo, Jiménez dijo que la suya era “la primera entrevista en una década”. Para llevar su charla hacia donde le interesaba hizo lo posible por adobar el misterio, como suplicando a Valdés que conservara la versión que tanto jugo dio durante décadas. Jiménez no sólo ensalzó el misterio. También fue al ataque. En el cuarto bloque del programa (ver video, a los 2′  00»), dice: “algunos periodistas han dado entender que fue todo una confusión, que usted fue a hacer sus necesidades, que usted ha hecho una broma a sus propios soldados”. Valdés se va por la tangente y el pícaro animador no repregunta, compra el misterio. El conductor de Cuarto Milenio daba rodeos, le costaba abordar el punto porque -si hubiese sido veraz- se hubiera visto obligado a reconocer que su “exclusiva” era una mentirijilla más, una de las tantas que hay en su programa.

Hace menos de dos años -el 25 de noviembre de 2007-, con el periodista chileno Diego Zúñiga entrevistamos a Valdés en la ciudad de Temuco, en el sur de Chile. El reportaje se publicó en Más Allá (para saber más, descargar pdf), revista cuyo consejero editorial es el escritor Javier Sierra. Nosotros no levantamos a Valdés cargo alguno sino que publicamos sus declaraciones. Valdés, en una entrevista agradable y distendida, nos confió el módico enigma de su desaparición: se había alejado para ir a orinar y luego permaneció sobre una muralla, observando desde cierta altura a las luces y a los soldados, aterrorizados. Los más interesados podrán escuchar el fragmento clave de la entrevista aquí:

De Iker Jiménez podría decir otras cosas, pero, en este caso la ingratitud también duele: gracias a nuestra entrevista supo que Valdés estaba nuevamente disponible. Y así fue como decidió enviar a sus productores a Chile. Sin embargo, despreció la revelación clave de aquella nota, sin tomarse molestias elementales, como consultarnos o pedir el audio de nuestra entrevista, en el peregrino caso de que hubiese querido salir de dudas. Pero pareciera que, a veces, interesarse en corroborar versiones anteriores es algo así como esperar sinceridad de un vendedor de coches viejos. Jiménez, y sobre todo Valdés, saben qué sucedió durante aquel famoso tiempo perdido. “Conocen el final del cuento”, como le digo a Gámez. Y ambos «hacen como que no».

Habiendo tantos enigmas interesantes, Jiménez opta por perpetuar un falso misterio. La gran tontería es subestimar al espectador. Jiménez, y acaso también Valdés, cree que “el show debe continuar”, cuando no hay nada más placentero que aflojar la vejiga y enfrentar la realidad, siempre más atractiva, emocionante e instructiva que la ficción. Yo sé que es poco formal, ¡pero hay que ser adoquín! ¿No creen?

Enlaces

Fragmento de la entrevista de Diego Zúñiga y Alejandro Agostinelli a Armando Valdés Garrido (25/11/07)

El caso del cabo Valdés: la historia del soldado que se fue a orinar y se inventó una abducción

Entrevista a Alejandro Agostinelli en el programa Luces en La Oscuridad (15/12/2008). Descargar audio aquí.

Entrevista de Luis Alfonso Gámez y Javier San Martín en Protagonistas Bizkaia, en Punto Radio Bilbao, España.

“No he sido abducido”. Las claves de un caso que conmocionó al mundo. Por Diego Zuñiga y Alejandro Agostinelli, en revista Más Allá Nro 234.

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Los colegas empezaron a leer Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina. ¿La verdad? No sabía que el libro iba a ser recibido con tanta benevolencia. Primero agradezco a mis primeros lectores. Mariana Comolli, por ejemplo, se hizo eco de la abducción de Catherine Fulop en Semanario cuando el libro todavía no estaba en la calle. Débora Goldstern me hizo una gran entrevista en su blog Crónica subterránea. También estuvo bárbaro el reportaje de Javier Sinay para Ciudad.com y Clarín, así como el de Mora Cordeu, de la agencia Telam, texto que publicaron varios medios de todo el país, como La Capital de Mar del Plata. También agradezco a Auri Gorosurreta y Maximiliano Sardi por permitirme explicar cómo reconocer invasores en la revista Hombre, aunque el precio haya sido disfrazarme del Capitán James Tiberius Kirk. Mil gracias, también, a los colegas Luis Alfonso Gámez, autor de la primera reseña de Invasores en Magonia, a los exagerados comentarios de Luis Ruiz Noguez en Marcianitos Verdes, a Abel Gilbert, de El Periódico, a la desmesurada apología de Diego Zúñiga en La Nave de los Locos y a las piadosas críticas de Rivera Westerberg, en Sur y Sur y Federico Kukso en Crítica de la Argentina (¡zafé con un 7, mami!). No voy a repetir la gratitud que siento hacia Mariana Guzzante, del diario Los Andes, y Fernando Toledo, de Diario Uno, por sus entrevistas cuando visité Mendoza. Otras noticias, como el amable comentario de Diego Rojas en Veintitrés, no están online. Por eso fueron a parar al archivo de Invasores en Flickr.

Lo que nunca imaginé fue el generoso despliegue que le iba a dedicar a Invasores el diario Página 12. La imagen que ilustra esta entrada –Abducción criolla– es la tapa del suple dominical Radar del 14 de junio. Bajo el título Los enanitos verdes, la entrevista de Juan Pablo Bertazza incluye un malherido recuadro sobre el trotskismo galáctico (una minbiografía de Homero Cristalli, el fundador del posadismo) y una cronología de los invasores, rápida sinopsis del libro que invito a leer a quienes no tienen la más pálida idea de lo que estoy hablando.

A todos, incluidos los programas de radio -y, a las perdidas, tevé- que le dieron al libro algo de aire, muchísimas gracias.

De paso, les recuerdo que Invasores tiene su propio blog.

De yapa, cierro con el último comunicado del Comandante Clomro. En casi diez minutos (paciencia…) explica por qué mantuvo su identidad en reserva y por qué decidió dar la cara en Invasores.

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¿Oyó usted hablar del varkulets? Quizá no. Pero no hay de qué preocuparse, no es una omisión grave en su cultura general: este idioma es parte de una tradición hermética. La extraña lengua fue difundida por Eustaquio Zagorski (1904-1981), un contactado polaco establecido en la Argentina en 1929 que atendía una sastrería familiar en el barrio de Avellaneda. En los sesenta disfrutó de una módica fama cuando pasó por Sábados Circulares de Mancera. Soltero a sus 68 años, en 1973 se definía como católico, buen lector de la Biblia y memorioso. Tanto que alcanzaba a recuerdos de sus vidas anteriores. En junio de ese año, Eustaquio le confió al diario La Razón que era visitado desde 1967 por dos seres de otro mundo. No eran distintos de los humanos salvo por su mentón, algo prominente. Zagorski juró que los visitantes eran oriundos de Ummo, un planeta en órbita alrededor de la estrella Wolf 424. Sus embajadores en la Tierra remitían por correo ordinario informes científicos donde reiteraban el ruego más inquietante que alguien puede esperar de extraterrestres de verdad: “Por favor, no nos crean”.

FIERRO PHONE HOME. El encuentro de Zagorski con los ummitas no fue tan extraordinario como otro que sucedió el mismo año en el Observatorio Astronómico Adhara de San Miguel, provincia de Buenos Aires. En el edificio, también sede de una misión jesuítica, Eustaquio fue recibido por el padre Benito Segundo Reyna (1900-1982), el más famoso religioso de la época interesado en los ovnis. Durante la charla, el contactado le explicó el origen del varkulets mientras el sacerdote examinaba un voluminoso manuscrito. Era una versión del Martín Fierro traducida a un idioma extraterrestre. La primera referencia conocida del incunable aparece en el libro Martín Fierro en el mundo de los idiomas (2003), escrita por el comodoro (RE) Santos Domínguez Koch (1926-2008). Tras algunas morosas gestiones, logré conversar con el autor del más completo catálogo de traducciones del poema fundacional de la literatura gauchesca. Quedamos en compartir un café en su casa, donde me iba a permitir hojear el maravilloso texto. Por teléfono, el militar me adelantó que en 1978 recibió en su oficina a un señor mayor acompañado por un sacerdote. El traductor sacó de un maletín el ejemplar y un bolígrafo, con el que escribió una dedicatoria en varkulets, como llamó a la lengua desconocida.

En su bibliografía, Domínguez apuntó que el varkulets era una lengua indoamericana. Mi información, le dije, era distinta. El idioma había sido utilizado por una sola persona: Eustaquio Zagorski.

El trotamundos polaco nunca había ocultado haber aprendido la lengua de los extraterrestres. Más bien, se ufanaba de ello. Yo esperé que Domínguez Koch rechazara mi comentario con indignación, sorpresa o con una carcajada, pero en la línea se produjo un silencio.

–Lo conversamos personalmente ¿le parece?

Me pareció bien.

Nuestro encuentro se fue postergando hasta que una zancadilla del destino la sepultó para siempre. El comodoro falleció el 2 de abril de 2008.

La historia del lenguaje de Ganímedes no hubiera trascendido la nota al pie si el padre Reyna no hubiera propuesto a Zagorski un ambicioso desafío: traducir el Martín Fierro a su lengua materna. Eustaquio y el padre Reyna visitaron a Domínguez Koch cuando éste coordinaba la División O.V.N.I. del Servicio de Inteligencia de Aeronáutica. Cuando el militar vio los poemas dibujados en esa exquisita caligrafía alienígena decidió comenzar a coleccionar las traducciones de la obra de José Hernández (1834-1886). Reunió cuarenta. Ninguna tan rara, inspiradora y a la vez familiar como el varkulets.

Zagorski también intercambió alguna correspondencia con el doctor Oscar Galíndez, un joven abogado cordobés que presidía el Círculo Argentino de Investigaciones Ufológicas (C.A.D.I.U.). En los setenta, Zagorski le envió un manuscrito de doscientas once páginas. En los primorosos caracteres del varkulets, impresos en carbónico azul y semejantes a trazos arábigos, el contactado exhumó su vida en el satélite de Júpiter. En 1974, Galíndez publicó un estudio lingüístico donde develó que tanto la fonética como la sintaxis del varkulets eran una mera trasposición del castellano. El lenguaje de Ganímedes no tenía identidad propia: era una creación consciente inspirada en el español. “No hay ninguna fundamentación científica –escribió Galíndez– para sostener su procedencia extraterrestre”.

Aquel artículo, que recordó el papel de la ciencia ante las afirmaciones sensacionales, también diseminó la idea de que la lengua extraterrestre de Zagorski fue una superchería que no tuvo otro escenario que la mente del contactado.

Pero estas historias no terminan con hallazgos fascinantes como el de Galíndez, según el cual la gramática de Ganímedes es idéntica al castellano. Para mí, la fantástica obstinación de Zagorski por revelar al mundo su experiencia, y deslumbrar con una obra a la que dedicó considerable tiempo y energía, tiene el mismo valor histórico que la del científico que se ocupó de refutarla.

La increíble saga vivida por el traductor, el sacerdote y el coleccionista es parte del primer capítulo de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Editorial Sudamericana, 2009), un libro dedicado a indagar cuánto hay de humano en la experiencia extraterrestre y cuánto hay de extraterrestre en la cultura humana.

RAROS IDIOMAS NUEVOS. La creación de jeringonzas artificiales no siempre ha sido una afición ocultista. También ha buscado soluciones prácticas. El volapük, creado por el clérigo bávaro Johann Martin Schleyer (1831-1912), y el esperanto, iniciativa de otro polaco, el médico L. L. Zamenhof (1859-1917), pretendieron facilitar la comunicación entre diferentes culturas. Las dos lenguas fueron acusadas de “fomentar la conspiración sionista” por el nazismo. La primera casi ha muerto; la segunda sobrevive; en Brasil, curiosamente, es activamente promovida por el movimiento espiritista. Otras lenguas persiguieron fines artísticos. Xul-Solar (1887-1963) creó la panlengua y el neocriollo, J.R.R. Tolkien (1892-1973) jugó con el idioma élfico en El Señor de los Anillos (1954-55), Oliverio Girondo (1891-1967) creó su propio argot en En la masmédula (1956) y Charly García compuso Eiti Leda (luego Serú Girán, 1978). En una línea parecida, es irresistible mencionar a la lengua alienígena más popular del universo de Star Trek (Viaje a las Estrellas, Gene Roddenberry, 1966). Millares de fans de la serie adoptaron el klingon como segunda lengua. Sin embargo, nadie acusaría a los trekkies de tener sus facultades mentales alteradas: usan el idioma por hobby, devoción o para conversar con fans que comparten el mismo compromiso con la serie. La compañía de Roddenberry concretó proyectos heroicos.

En 1985, el lingüista Marc Okrand, creador del idioma klingon, escribió El Diccionario Klingon. En el 2000, el Instituto del Lenguaje Klingon, dedicado a su estudio y enseñanza, tradujo Hamlet, de William Shakespeare (1564-1616), al idioma oficial de Qo’noS, el planeta natal del teniente Worf. El kligonés es limitado: si alguien quiere hablar de otra cosa fuera de batallas galácticas, le faltarán palabras. Pero ya alcanzó la misma difusión que el esperanto. Sitios web como Google lo ofrecen como una lengua más. También sufrió equívocos que no tienen nada que envidiarle a mitologías espontáneas. En el 2003, la agencia Associated Press informó que funcionarios del condado de Multnomah, Oregon, buscaban intérpretes de klingon para un hospital psiquiátrico local. “Tenemos que dar información en todos los idiomas que hablan nuestros pacientes”, decía el cable. David Samuels, doctor en antropología de la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos, consideró que creerse un klingon no era imposible, especialmente si un fan de la serie sufría un brote psicótico. Samuels dio la versión por buena sin notar que la noticia era falsa. Pero la parodia fue tan sutil que desató una leyenda urbana.

¿Qué depara a los argentinos que esperan soluciones del cielo? Quién sabe. Pero una pléyade de contactados, ufólogos y profetas extraterrestres jura tener la respuesta.

Resumido y adaptado del primer capítulo de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Sudamericana, 2009)

Bibliografía consultada

Galíndez, Oscar A. «Criptoanalisis del varkulets», en revista OVNIS, Un Desafío a la Ciencia (1974), Nº 1, CADIU, Córdoba, pgs. 22/25.

Samuels, David; “Alien Tongues” (2005), en E.T. Culture: Anthropology in Outerspaces (Debbora Battaglia comp.) Durham, N.C.: Duke University Press. Pp.116.

Finkelstein, Seth. ‘Klingon Language’ Interpreter Urban Legend (2003).

(c) Alejandro Agostinelli. Publicado en revista Noticias Nº 1694, 13-06-09. Descargar nota original de aquí). Detalle sobre el dibujo del genial Fedhar que ilustra esta nota: el artista tradujo el texto («Martín Fierro») al varkulets. Resumen del Capítulo I de Invasores.

Enlaces

Comentario de Oscar A. Galíndez sobre Invasores.

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