Feeds:
Entradas
Comentarios

Posts Tagged ‘Fabio Zerpa’

Primer culo en Magia Critica: el simbolo de ummo en MisaYo no sé cuántos lectores habrán oído hablar del planeta Ummo.
Me cuesta resumir un caso al que sigo embrujado desde 1981. Mi amigo, el abogado José Juan Montejo, cuenta la historia con detalle. Ahora, si yo tuviese que escribir la entrada respectiva para un diccionario, sintetizaría el llamado affaire Ummo como la historia de las relaciones entre unos supuestos seres que afirmaron haber llegado desde ese astro, en órbita alrededor de la estrella Iumma (identificada con nuestra Wolf 424), y sus corresponsales terrestres, en su mayoría ufólogos españoles (sin contar seis argentinos, varios franceses y un italiano).
Según cuentan ellos mismos, la avanzada ummita descendió cerca de la población de La Javie, Francia, el 28 de marzo de 1950, dispersándose luego hacia diversos puntos estratégicos de la Tierra. El grupo expedicionario recién estuvo listo para entrar en contacto con la Humanidad quince años más tarde, cuando un grupo de aficionados a la ufología y las ciencias ocultas, reunidos semanalmente en el madrileño Café Lion alrededor del contactado Fernando Sesma, empezó a atender las llamadas telefónicas y luego a recibir decenas y decenas de informes técnicos donde los embajadores de esta raza extraterrestre (ya que era una entre varias) exponía su historia, ciencia, filosofía y daba una increíble serie de instrucciones a los ufólogos, ya puestos al servicio de la causa ummita.

San José de Valderas, 1967“NO NOS CREAN”. El sello de autenticación de cada carta era el símbolo Ж, enmarcado en una especie de huella digital, acaso un gesto de sacrificio: la yema de los dedos de los ummitas era tan sensible que dictaban las cartas a un mecanógrafo terrestre. Su lema, reiterado hasta el hastío, era: “No nos crean”. Y a veces seguían: “Acojan con desconfianza estos conceptos y muéstrense incluso escépticos ante los oemii (hombres) no familiarizados con su ciencia, pero no destruyan estas hojas impresas”, dado que éstas constituían “el precedente histórico de las relaciones primigenias entre nuestras dos redes homínidas”.
Pronto, una sorprendente secuencia de pruebas reforzaría la credibilidad de los corresponsales invisibles. En febrero de 1966, un diario español dio cuenta del aterrizaje de un ovni en Aluche, en las afueras de Madrid, que dejó marcas en el suelo y exhibió la insignia que estaría indeleblemente asociada al misterio: el testigo, un tal José Luis Jordán, había descrito que el aparato poseía en su panza un símbolo similar al de Ummo. En el Café Lion revivió la pasión: los ummitas habían anticipado el avistamiento. El 1 de junio de 1967 fue el acabóse: otro platillo ilustrado con el icono ummita sobrevoló el barrio madrileño de San José de Valderas y sus evoluciones fueron profusamente fotografiadas (por testigos tan anónimos como los ummitas, pero aquí lo dejo: prometí no entrar en detalles). En suma, el fervor por Ummo se expresó en una pila de libros del veterano escritor Antonio Ribera, autor del célebre Un caso perfecto (centrado en las postales de Valderas), y en varios encuentros alentados por los propios ummitas, el más espectacular de los cuales fue el celebrado en 1980 en Alicante bajo el título “Jornadas Conmemorativas y de Estudio del Planeta UMMO”.

Jose Luis Jordan PenaUMMO CONFUNDE A LA TIERRA. Algunos consideran que la intromisión de Ummo en los asuntos terrestres concluyó en 1993, cuando José Luis Jordán Peña (izquierda), aquel testigo en Aluche, contertulio en el Café Lion y luego cofundador de la Sociedad Española de Parapsicología, confesó haber sido autor del fraude.
Pero la odisea ha continuado. Las declaraciones en las que Jordán Peña se atribuye el embrollo cósmico sufrió algunas contramarchas (“cuidado, soy un sofista profesional”, me dijo una vez). Pero años antes de que su verborragia explotara sobraban indicios (expuestos por Félix Ares de Blas, Carles Berche, Javier Sierra y el propio Montejo) que lo dejaban con el culo al aire.
Hay versiones más escabrosas, pero Jordán Peña suele contar que decidió reivindicar sus derechos intelectuales de la saga cuando supo que la influencia de su creación había llegado muy lejos. Me dijo que se escandalizó cuando, a mediados de los ochenta, supo que Eduardo Eddie González Arenas, líder del grupo Edelweiss, tatuaba el símbolo ummita con una yerra al rojo vivo y abusaba sexualmente a sus jóvenes seguidores (Eddie acabó degollado por una de sus presuntas víctimas en 1998). También me contó que afectó a su sensibilidad saber que el ufólogo catalán emigrado a la Argentina y ex piloto de guerra durante la Segunda Guerra Mundial de la Real Air Force, Luis Anglada Font, murmuró sus últimas palabras en ummita. Había sido uno de los receptores de las maquiavélicas cartas.

Sesma en La Ballena Alegre, Cafe Lion (documento de Hilde Menzel)CÁLLATE, BENÍTEZ. Pese a la confesión de Jordán Peña, las ilusiones de los ummoadictos nunca se disiparon por completo: a muchos entusiastas les cuesta aceptar que una sola persona fuese capaz de construir, casi con la única ayuda de los promotores del mito, un “experimento” que estuvo a pasos de constituirse en culto. Es que Jordán Peña, con escasa voluntad para demostrar sus afirmaciones y muy dado a jugar con sus entrevistadores, siempre podía ser “el hombre de confianza” de los visitantes. Algo así insinúa Juan José Benítez, en El hombre que susurraba a los «ummitas», título inspirado en las experiencias de aquella hermosa persona que fue Rafael Farriols. En ese libro, tal vez el peor de los cincuenta que lleva publicados, Benitez concluye: “Aunque no acierto a comprender la intencionalidad, después de lo averiguado, hay algo seguro (para mí): los manipuladores del asunto ‘Ummo’ han sido, a su vez, manipulados. Los humanos han movido los hilos de los humanos sin saber que ellos eran marionetas de los ‘NO HUMANOS’” (he respetado la pavorosa redacción del original).
Luis R. González pulveriza en 19 páginas escritas en letra pequeña las aniñadas falacias del escritor navarro. Sospecho que no era para tomarselo a la tremenda: si yo fuera un tenaz creyente en la realidad alienígena de los ummitas, le hubiese suplicado a Benítez que jamás publicara semejante bodrio.
Sin embargo, lo más fabuloso de Ummo no es si somos realmente manipulados por extraterrestres, si fue un fraude elaborado por Jordán Peña o por interpósitas personas, sino que -alrededor del símbolo y cuarenta y cuatro años después- los seguidores del asunto aún debaten la cuestión con sincero apasionamiento.
Es decir: Ummo sigue entre nosotros.

Agostinelli y Adal Ujvari, 1982DE 2001 A CAÑUELAS. Entre nosotros los argentinos, por ejemplo, los ummitas se expresaron en el entusiasmo de un joven investigador, Adalberto Ujvari, un estudiante de Ciencias de la Comunicación residente en la bonaerense localidad de Florida que, a comienzos de los ochenta, recorrió Europa en pos de verificar el contenido de los informes. Durante su aventura, me dice, no aprendió tanto sobre Ummo. Pero sí sobre asombrosos aspectos de la sociología, la geografía y la naturaleza humanas que, sin Ummo, jamás hubiese aprendido. 2001, periodismo de anticipación, una revista preciosa (publicada entre fines de los sesenta y comienzos de los setenta por Enrique Llanas, Alejandro Vignati y Eduardo Azcuy, entre otras plumas de la época), dedicó a los ummitas una portada gloriosa y no una, sino varias notas. Tal vez algún ejemplar de 2001 fue a parar a manos de Carlos Eduardo Jerez, un curandero que erigió en la localidad de Cañuelas, provincia de Buenos Aires, un enorme platillo volador estacionado frente a un caserío que llamó “planta de investigaciones”. Allí, Jerez recibió a miles de enfermos terminales a quienes prometía una “cura milagrosa” gracias a una tecnología médica importada de Ummo.
Los rastros de Ummo en la Tierra no terminan aquí. Sigo.

Herikberto Muela. Fuente: diario El MundoINTENSIDAD. Durante veinte años, en el más puro silencio, el artista plástico gallego Herikberto Muela Quesada escribió un ensayo de 500 páginas donde ha desarrollado una “teoría de los diseños coincidentes o de la convergencia adaptativa”, ha derivado de ella una novela titulada El hombre del traje blanco, y ha concebido un frondoso catálogo conformado por seiscientas especies alienígenas que bocetó con precisión extrahumana. Antes había trabajado con expertos en FX de La guerra de las galaxias y de Alien, el octavo pasajero, y luego su búsqueda estética derivó al comic. Pero su interés por otros mundos surgió a partir de una fijación de su padre, Franco Muela, por los seres de Wolf 424.
Allá por 1995, Herikberto fue invitado a un selecto cónclave de ummólogos donde estuvo Jordán Peña. Tras disculparse por la interrupción, se puso un antifaz de El Zorro y leyó una carta en homenaje a su finado padre, artista como él y violinista. “Algunos textos sólo podrían haber sido escritos por un sádico”, aseguró. Sólo así se explicaría que las cartas hablasen de “una dictadora ummita adolescente que disfrutaba con el sufrimiento de sus víctimas”. La emperatriz ummita ordenó viviseccionar a Ummowoa, profeta asimilable a la figura de Cristo.
El antropólogo Néstor García Canclini define a estos cruces, interculturales o intergeneracionales, culturas híbridas.
Para mí son ejemplos de intensidad.

Ummo en LostDE LOST AL CULO DE MISA. Otros rastros de Ummo en la Tierra hablan de una mitología que tiñe la cultura popular como una mancha de tinta en un delantal. Allí está el logotipo ummita grabado en un árbol en el episodio 16 de la tercera temporada de Lost. Juliet Burke, parte de la cofradía de Los Otros, también luce un tatuaje ummita en la piel (aunque otros lo ven más parecido al emblema de Cienciología).
¿Quieren ejemplos más cercanos? Durante años funcionó en Palermo y San Isidro la cadena de restaurantes Ummo. Su huella persiste como Ummus (aunque sólo en San Isidro). Sigue llamándose Ummo en Santiago de Chile, en el barrio Providencia, pese a que el cheff haya emigrado a San Juan de Puerto Rico, donde prepara sus banquetes galácticos en el Ummo Argentinian Grill. No sorprende, pero causa gracia, escuchar en la web un tema del Gotan Project, con la locución de Fabio Zerpa.
Ummo también vive entre telas, dedales y tijeras: el diseñador de indumentarias argentino Marcelo Ortega identificó a sus productos con la marca UNMO. Si bien cambió la primera consonante, explica que su marca tiene que ver con “la fuerte influencia literaria de ciencia ficción, y obsesión por el futuro, sobre ovnis y alienígenas”. Además, aclara que Ummo es “un lugar que está en el límite entre la literatura fantástica y la investigación”. Perfecta capacidad de síntesis la del modisto.
MisaMatías Morey Ripoll descubrió otro morboso rastro ummita. Se advierte en la nalga izquierda derecha de la Pampita canadiense, la modelo Misa Campo. “Ya me explico por qué nunca he descubierto a ningún extraterrestre. Yo me fijaba en el meñique”, acotó el ingeniero en Telecomunicaciones Manuel Borraz Aymerich.

Un problema de los ufólogos, que alcanza incluso a los escépticos, es que no ven más allá. Les cuesta ver fuera del alcance de los ojos.

Agradecimientos: A Juan José Montejo, Juan Pablo González, Enrique Márquez y Matías Morey Ripoll (Lista Anomalist).

Enlaces

UMMO-Ciencias. Sitio en español dedicado al asunto UMMO

Benítez, J.J.: El hombre que susurraba a los «ummitas» (Planeta, 2007). Leer la crítica de Luis R. González, en la web de la Fundación Anomalía.

Dos imperdibles intervenciones de Herikberto: una en Youtube y otra con Buenafuente.

Aconsejo ignorar (o corregir, si alguien sabe cómo hacerlo) la desastrosa entrada de Ummo en Wikipedia.

Read Full Post »

Jorge AsisJorge Asís, escritor y político argentino con (pobres) aspiraciones presidenciales, tiene un portal, Jorge Asís Digital, donde publica columnas de diferentes corresponsales. Algunos son anónimos y otros usan seudónimos risibles, como Medea Lobotrico-Powell. Hace algunos días, Asís publicó un artículo donde el supuesto Medea (sobre el hallazgo de los Pomar) escribe:
“Si los rastrilladores no descubrieron el automóvil fue, simplemente, porque, en ese sitio, no había ningún automóvil.
“Pudo ser colocado, o plantado, seguramente, por Los Visitantes, ayer mismo, cuando Los Visitantes materializaron el automóvil, y los cuerpos que habían desmaterializado (..)
“Sería preferible, ahora, Asís, que participara de las cinco autopsias, hasta la del perro, algún iniciado en ufología capitalizado por el rigor creativo y la seriedad. (…) Para comprobar, por ejemplo, si quedaron las marcas extrañas, en los cuerpos que Los Visitantes analizaron.»
«Algunos van a sonreir. A mí me dan ganas de llorar», escribí hace días a propósito del grotesco y ofensivo dislate perpetrado por el sujeto en cuestión.
En estos días -gracias a la capacidad de reacción de algunos usuarios de YouTube-, circularon un par de videos que ojalá permanezcan en la memoria colectiva. El primero (abajo) recuerda la emisión de Crónica TV con las «visiones» de Antonio Las Heras (quien ahora trata de hacer creer que «los vio vivos en el paraíso».)

El otro es el informe del programa «6-7-8», en Canal 7. Con la participación de Mirtha Legrand, Fabio Zerpa, Antonio Las Heras, Mauro Viale, Guillermo Andino, Luis Vicat, Raúl Kollman y conductores, columnistas y movileros de (casi) todos los noticieros televisivos:

Dos frases para terminar:

«Castiguen a quienes corresponda por estos 24 días de sospechas infundadas, de análisis torpes, de búsqueda de todo lo que podría indicar algo morboso detrás de lo que ahora es una dolorosa pero simple muerte».

Víctor Hugo Morales

«Encuentro a la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la prende me voy al otro cuarto a leer un libro».

Groucho Marx

(Gracias a Omar López Mato, Max Seifert y Enrique Márquez por los links y a José Luis Oliver por recordarme la frase de Marx).

Enlaces

Caso Pomar: el final de una triste comedia Argentina. Por A. Agostinelli. En este mismo blog.

Caso Pomar. Una triste lección. Por Tomás Eliaschev en Veintitrés y diario El Argentino del 10/12/09.

Animales sueltos. Por A. Agostinelli en Crítica de la Argentina del 8/12/09.

Caso Pomar: El fin del delirio. Por A. Agostinelli en Newsweek Argentina del 10/12/09.

Vuelo 447: otra conspiración explota en el aire. En Magia Crítica. 7/06/09

El día que a Antonio Las Heras se le pinchó el talismán. En Magia Crítica. 9/06/09

Read Full Post »

aliens-trabajando“Yo quiero que el señor (Hermes) Binner (gobernador de Santa Fe) sea el próximo presidente”, dijo Fabio Zerpa al diario La Caspital. Ya que estaba, el actor expuso su deseo de conocer a la ministra de Educación provincial, Elida Rasino, porque “se interesa por cuestiones como la metafísica”. Marcela Isaías, cronista de La Caspital y responsable del panegírico, presenta a Zerpa como “profesor en historia y conocer de antropología y psicología” y adelanta, con flemático rigor informativo, que el ufólogo visita la ciudad de Rosario para dictar una conferencia a los docentes titulada “El saber ser en la educación del siglo XXI”, invitado por el Centro de Estudios y Formación para la Excelencia (Ceyfe), dirigido por Norma L. Demo y Elbio N. Massitti y coordinado por Liliana B. Moretto.
CONTRAPESO. Gracias al cielo, en San Marcos Sierra, Córdoba, filman Pájaros volando, la película protagonizada por Diego Capusotto. Argumento: una comunidad jipona es elegida para viajar en plato volador. Habrá mucho rock, mucha ciencia ficción, mucho cannabis y “hasta una cosa urbana naturalista”, explica el director, Néstor Montalbano. El libro -a cargo de Damián Dreizik- promete la Che ovni del siglo XXI.
El toque de comedia, por ahora, es aportado por la realidad. Mientras Binner y Rasino intentan deshacerse del yunque que Zerpa les ató al cuello, hay poco más qué decir: los lectores de La Caspital –en la sabrosa sección comentarios– editorializaron para usted.

Zerpa, Binner, Demo: vamos bien. La Argentina necesita héroes.

Enlaces

Fabio Zerpa: «Quiero que el señor Binner sea el próximo presidente de la Argentina».

Ceyfe, el centro que auspicia el «curso educativo» de Zerpa a los docentes rosarinos.

«Che ovni», en el blog de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina.

Gracias a Luis Eduardo Pacheco, de StratoCat, por facilitar las noticias comentadas.

Read Full Post »

credo fsm1. Anoche estuve en una clase práctica con alumnos de Taller Escuela Agencia (TEA). Uno está ahí, tosiendo al micrófono, y los estudiantes preguntan, como en una conferencia de prensa. Bien por ellos. Por los pibes y las pibas, digo. Yo, mal. Lo de siempre: hablo, las palabras trepan por las ramas, y después ya ni me acuerdo de lo que dije. Mi cerebro debe tener algún defecto. Grave: me preguntan y un ictus amnésico se adueña de mis neuronas. ¿Será pánico escénico? Algo de eso debe haber. Y eso que pongo lo mejor de mí. La charla termina y nunca sé qué contesté. (Ok, ya va, enseguida me defiendo de mí). Hay una cosa en la que no suelo fallar. Nunca me olvido de lo que me preguntan. Será porque las preguntas son como un barómetro social y las orejas, mediomundos a la pesca de las preocupaciones subyacentes, la curiosidad vectorial que atraviesa el interés por estos asuntos a menudo irrelevantes (pero siempre reveladores). Las preguntas son un registro improvisado del conocimiento deseado. La inquietud desnuda el foco, o los múltiples focos, del morbo por lo extraño. O algo así, no sé.

2. O sí. Quiero decir: sé que anoche, en la Sala Pablo Picasso del Paseo la Plaza, los alumnos de Miguel Prenz (a cargo de Introducción al Periodismo y la Información en TEA) me hicieron más de treinta preguntas sobre los temas que acostumbro abordar en este blog, sobre las historias que cuento en Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Sudamericana, 2009), y sobre cómo se relaciona con el periodismo este pastel de cosas raras en las que tanta gente cree. Me llevaron a través del popurrí colorinche de penurias, glorias y miserias de lo inexplicado: historias predilectas, el Maestro Amor, la (inevitable) muñecopsia de Roswell, la credibilidad de los testigos, la demencia y lo paranormal, Iglesia de Cienciología, la eterna crisis de las religiones de siempre y si su fracaso es el éxito de los nuevos cultos, patrones psicológicos entre los protagonistas de encuentros con extraterrestres, por qué cree tanto en los ovnis toda esa gente que cree en los ovnis y mis propias creencias sobre estos temas. Sobre todo, eso. Y sobre todo eso, me preguntaron.  No sé si hice bien, pero creo que les hice creer que sobre algunas cosas sé. Quiero creer que me perdonarán.

3. ¿Alguna conclusión? Quedé fascinado con esos chicos, casi todos menores de veinte años. No expresaron dudas fuera de lugar y hasta hicieron preguntas imposibles de formular sin una mínima investigación previa.  Ni siquiera desentonó el interés que alguno tuvo por mi opinión sobre la existencia de ciertas razas extraterrestres. Cada vez que quisieron saber si creía o no en alguna cosa (alguna cosa en concreto, digo) respondí que me interesaban más las creencias y las experiencias de otras personas. No lo digo por zafar. Soy un firme creyente en el género humano.

4. Cuando la conferencia terminó, una chica de ojos claros me abordó. Parecía decepcionada: en su voz había un tizne de desolación. Me preguntó si nunca había vivido alguna experiencia extraña. Le dije que sí, y al parecer mi respuesta la tranquilizó. Imagino que –si no hubiese tenido ninguna- ése déficit hubiese explicado mi mar de dudas. Enseguida me aclaró que su tema es el Reiki, una práctica en la que cree, y me parece que ella -sólo ella- recibió la mejor respuesta que se me ocurrió anoche (y debió ser así porque recuerdo perfectamente lo que dije).

“Las creencias son un asunto personal. A mi nadie me preguntó por mi religión. Quiero decir, hasta ahora nadie me dio la oportunidad de hablar de mi religión secreta, basada en una deidad monstruosa que se mete en mis sueños. Pero la fe es así, es asunto de cada uno. Si yo no hablé de la mía fue porque nadie me lo preguntó. Uno puede ejercer un periodismo honesto y responsable y a la vez creer en un dios horrible”.

Ella pareció conforme. Yo también, por eso me sentí raro. Si nunca estoy satisfecho con mis respuestas ¿qué clase de satisfacción puedo proporcionar?

Los que vivimos de hacer preguntas, los que vivimos haciéndonos preguntas, somos genéticamente incapaces de dar respuestas satisfactorias.

5. Ah: mi chivo. No me quiero poner melodramático, pero busco candidatos -en lo posible estudiantes-, interesados en tomar la posta. No prometo gran cosa, sólo hablo de heredar en vida. Lo más complicado: convencerlos de que vale la pena. ¿Habrá algún postulante?

Read Full Post »

Si ves una vaca volar, creéme es el título del capítulo de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina dedicado a explorar la oleada de mutilaciones de ganado que azotó a nuestro país en 2002. Aquella historia es una historia sobre muchas otras historias. Salvo la del paisano a quien un plato volador hurtó el teléfono móvil (el caso de Raúl Dorado, protagonista del capítulo Fuera del área de cobertura), la saga de las vacas mutiladas no proporcionó ninguna Gran Historia. Quiero decir, no encontré a nadie que jurase haber visto a un chupacabras mientras abducía una vaca, casos como el de la señora turca a la que se le cayó una vaca encima, o episodios parecidos al comercial donde un platillo secuestra a la esposa de un testigo y le restituye una vaca. Ni siquiera me tropecé con relatos de la especie más previsible, como personas que hubiesen afirmado haber visto vacas volando. Bueno, esto último es lo que acaba de suceder en Rosario, Santa Fe. El lunes 5 de octubre, en la localidad de Puerto Gaboto, un matrimonio (Laura y Sergio), asegura haber visto y fotografiado a una vaca en aire mientras era abducida por un plato volador.

Elusividad_CosmicaPLATILLOS FANTASMAS. Destaco que la pareja jura haber visto la escena fotografiada porque en los últimos años han ganado en prestigio las apariciones de ovnis fortuitos o invisibles. El detalle amerita una digresión, que retomo de un reportaje que hace poco hizo Andy Kusnetzoff a Fabio Zerpa en su programa Perros de la calle. “Desde mediados del siglo XX hasta ahora los extraterrestres han tenido tiempo de desarrollar una tecnología tan elevada que escapa a la captación física”, dijo el ínclito ufólogo uruguayo. Esta sería la razón por la cual casi no hay testigos visuales directos sino fotografías de aquellos objetos que el ojo humano es incapaz de ver.
La tesis según la cual existen fenómenos extraordinarios que escamotean obstinada y deliberadamente la evidencia (lo cual los vuelve inaceptables para la ciencia terrícola, empacada en buscar pruebas) tiene sus investigadores de campo, como el platense Luis Burgos, autor de un flamante catálogo de avistamientos ovni poblado en gran parte por “ovnis fantasma”, y hasta sus teóricos, como el sevillano Ignacio Darnaude Rojas-Marcos, quien acaba de plasmar estas ideas en Principio de Elusividad Cósmica (Editorial Nous, 2009).

Invasores Invisibles 3bLA PERFECCIÓN EVANESCENTE. En Invasores llamo a la noción Factor Evanescente:

“Las evidencias son tan frágiles que pueden ser ilusorias. Menos para sus protagonistas, que nos hablan de sus incursiones a través de paisajes oníricos a ojos profanos. Ahora bien, ¿cuáles son esas fuerzas que nadie más puede ver? ¿Qué las desencadena? Hay influencias culturales que, como la tecnología moderna, son indiscernibles de la magia. Con el tiempo, algunas de estas historias se impregnan del don de la infalsabilidad, tornándose incomprobables. Esta transparencia tiene su encanto: le da a estos incidentes una cualidad de ensueño. Las pruebas –a favor o en contra– tienden a desaparecer. Si el efecto es acumulativo, la retórica de la invasión extraterrestre se edifica con bloques casi inmateriales”.

Estos argumentos recuerdan a los de la teología para justificar la intangibilidad de las manifestaciones divinas: los ángeles se presienten, la vírgenes exhiben Su Gracia a un puñado de elegidos y se reconoce a un hada cuando una doncella pide agua pura para beber. En la misma línea, los extraterrestres ahora sólo son captados mediante instrumentos tecnológicos. La naturaleza evasiva de estos fenómenos vuelve a las alegaciones sobre su existencia (y a los de su inexistencia) en infalsables perfectos. Por esta razón, Invasores iba a llamarse Invasores invisibles. Editorial Sudamericana descartó el título porque podía alejar al lector excesivamente suspicaz (aclaro que estuve en desacuerdo hasta que Invasores, a secas, me empezó a gustar).

ManoY SI LAS VACAS VUELAN ¿QUÉ? Si tuviste la paciencia de ver el reportaje que le hizo Canal 3 de Rosario, el testimonio de Laura puede parecer irritante: casi no aporta información aparte de lo que parece mostrar la foto: un garabato blanco, la presunta vaca en vuelo, y una manchita oscura superior, a la que llama plato volador. Ahora bien, ¿cuándo este asunto se pone interesante?
El estado de gracia -creo yo- es lo que sucede cuando alguien otorga una cualidad superlativa a la relación entre ambos objetos, y esta relación es trasvestida en noticia. El modesto proceso de construcción cultural de esta pareidolia –dos manchas en el cielo + un micrófono que disemina el concepto entre miles de espectadores- supone un maravilloso acto de fe: propone saltar de una dimensión de la realidad a otra. Con la misma información que Laura concluye que las vacas vuelan (y el noticiero decide que esa relación constituye un hecho noticiable) es posible hablar de dos pajarovnis, o de un pajarovni y una mancha. (La segunda interpretación, por supuesto, no es noticia: ¿a quién le importa la foto de un pájaro?).
Para un escéptico que predica la racionalidad, hablar de extraterrestres es una superstición ridícula que urge exorcizar. Dirá que si nadie ataja el disparate a tiempo (por ejemplo, lanzando una burla igualmente espectacular), este documento será recordado como el primer registro fotográfico de la abducción de un rumiante.
Tengo para mí que estas prevenciones son un tanto exageradas. Entiendo que ninguna de las dos afirmaciones (la vaca voladora o la gaviota) cambiará el curso de la Historia. Es más, si no lo hizo la transmisión en directo por la CNN de un ovni sobrevolando Washington D.C durante la asunción de Barack Obama, que pudo ser interpretado como una bendición cósmica precognitiva al inminente Nobel de la Paz, menos lo hará esta fotografía.
Yo me quedo con el potencial impacto simbólico de la escena. Una escena que sugiere más de lo que muestra.
MIMNIO… ATHESA… EIOIOIO Salvando las distancias, pienso que estos tropezones culturales (donde hay engaño e inocencia, cinismo y buena fe, aprovechamiento y auténtica perplejidad en alguna o distintas proporciones) pueden ser enfocados como exquisitos ejemplos de arte involuntario.
En Belleza Americana (Sam Mendes, 1999), Ricky, el chico maniático enamorado de la hija de Lester, filmó una bolsa de plástico bailando en el aire. Cuando le mostró el video a la chica, le explicó poéticamente por qué ese acontecimiento azaroso fue lo mejor que había filmado en su vida.
Es una escena que hace soñar al espectador, lo transporta a reflexionar sobre la belleza en términos infrecuentes. Ya lo dijo El Mano cuando describió en El Eternauta el inmenso e intenso legado cultural acumulado en una simple cafetera: lo bello también existe en un artefacto mínimo, aparentemente banal. Es aquello que nadie mira y sólo algunos son capaces de ver. Todo depende de los ojos que lo ven.
Quiero decir: muchos platos voladores son bolsas de plástico suspendidas en el aire.

Enlaces:

La vaca y el ovni, la dimensión desconocida en el cielo de Puerto Gaboto

Blog de Invasores-ellibro

Addenda: Tiempo después pude leer el ejemplar informe sobre el caso Gaboto de Leopoldo Zambrano Enríquez, el coincidente análisis en el blog de Tachi y al informe de Alerta Pseudociencia. Yo llegué a las mismas conclusiones «a ojo clínico». Es decir, sin mérito alguno. Pero es grato descubrir tanta voluntad puesta al servicio de aclarar un caso fotográfico. Toda una reivindicación de que algunas «investigaciones de gabinete» pueden ser muy útiles. Al menos muchísimo más que «investigaciones de campo» que no pretenden descubrir ninguna verdad sino agitar especulaciones simplistas o disparatadas. ¡ Felicitaciones amigos !

Descargar informe completo de Leopoldo Zambrano sobre el caso Gaboto (6.o7 MB)

Entrevista al matrimonio que tomó las fotos de Silvia Pérez Simondini (VISIÓN OVNI).

Read Full Post »

Ya pasaron tres años desde que decidí irme de Editorial Perfil. Allí, en el edificio de Chacabuco y Diagonal Sur, custodiado por la mirada severa y olvidada de José Luis Cabezas, había pasado diez años de mi vida. También pasaron otras cosas. Amores de pasillo, amigos entrañables, hastíos inimaginables. El lector disculpará que confíe ciertas desdichas, sólo ruego considerar que pasé diez años ahí metido. En Perfil fui secretario de redacción de la revista Descubrir, edité los coleccionables de Noticias, cubrí las Asambleas Populares para El Cacerolazo de Andrés Cascioli y lanzamos al mercado la revista masculina Hombre (juro que al principio era menos chancha).
El último lanzamiento fue NEO. Hacer una publicación atractiva sobre ciencia y tecnología fue todo un desafío. Alejandra Folgarait, Fernanda Mel, Sebastián Catalano, Verónica Engler, Nilda Martínez, Victoria Arias y más de veinte colaboradores fueron parte de aquella aventura memorable.
Concluido el ciclo en Perfil, me dije: “Bué, ahora tengo que terminar alguno de los libros que tengo empezados.” Por eso, cuando nos juntamos con Pablo Avelluto, gerente de Editorial Sudamericana, llevé cuatro carpetas. Ninguna de ellas era Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina, título de mi primer libro, que sale el 1º de Mayo.

ETNOGRAFÍA FREAK. La consigna de Avelluto fue clara: “Quiero que escribas diez historias increíbles sobre ovnis”. Yo había ido con otras ideas. Quería completar mis apuntes sobre gurúes de cultos exóticos, una guía para orientar al consumidor de falsas ciencias o pulir mi bitácora de encuentros con freaks. No quería saber nada con los ovnis. Tenía unas cuantas perlas cultivadas, pero ya le había dedicado demasiados años al asunto. Quería mirar hacia otro lado. “Con todo lo que escribiste sobre el tema alcanza, revisalo y rearmalo”, me dijo el editor.

“Revisalo y rearmalo”. Decir eso es fácil. Otra hacerlo. Para mí, era empezar de cero. Y así empezó el libro, casi como una misión. A mitad de camino entre la arqueología y la cruzada apostólica. Tenía que reinvestigar las mejores historias. Deshojar recortes de diarios amarillos, quebradizos. Hamacarme en archivos ajenos y lejanos. Buscar gente que no sabía si vivía. Llamar a Dios y María Santísima.

La obra requería hacer, por lo menos, cincuenta entrevistas. Flor de laburo. Varias veces estuve por desertar. Gracias a la nostalgia, que con la curiosidad son las únicas consejeras internas que te empujan hacia el futuro, me entusiasmé; junté coraje y me embarqué en una investigación frenética. Empecé a revisar carpetas viejas, a llamar a la gente, a viajar. Pero como en realidad nadie me corría, entré en cada historia despacito, yendo no por autopista sino por colectora. Viajar, conversar y explorar los recodos maravillosos de los seres humanos fue también redescubrir el placer de la crónica. Andar por sus lugares le da gustito y color a sus vidas. Al cabo de un año y medio tuve catorce historias inéditas. Me costó seleccionar diez y quedaron once. Todas me atraparon por igual. ¿Por qué? No elegí ninguna que no mereciera una película. Ese fue el lema que perseguí durante el proceso extravagante, obsesivo y delicioso cuyo resultado estará en pocos días en las librerías.

OVNI AL PASADO. Cuando en 2008 regresé a Victoria, Entre Ríos, todo había cambiado. En 1991, cubrí la historia para la revista Conocer y Saber (luego Conozca Más). Por entonces los ovnis estaban vivos. Dieciséis años después había un Museo, el Museo Ovni de Victoria, y una mujer, Silvia Pérez Simondini. Ella y su adorada hija, Andrea, me llevaron al cerro La Matanza a ver entre las estrellas luces a las que llamaron ovnis y las vi, pero juro que fue más esclarecedor notar que la vida de Silvia merecía un capítulo íntegro.
Otras dos vidas, la de dos hermanos espiritistas, Jorge y Napy Duclout, se fundían con los orígenes del culto extraterrestre en la Argentina. El único familiar vivo residía en una casucha al pie de la Cordillera de los Andes, en Santiago de Chile y fui, acompañado por el periodista Diego Zúñiga.

Pablo Kittl Duclout, físico-matemático de la Universidad de Chile, me abrió los ojos al fascinante destino de sus tíos, protagonistas del primer avistaje anunciado de un plato volador desde la azotea del edificio Kavanagh, en 1954. Estos seres venían de Ganímedes, la mayor luna de Júpiter. Dos años antes un espíritu les reveló la existencia de una tecnología superior. Tan extraordinarias fueron aquellas revelaciones que inspiraron a Napy para que filmara la primera película argentina en 3D, “Buenos Aires en relieve” (1954).
Una vieja fijación por el caso Vidal, la aventura del matrimonio teleportado desde Chascomús a México, me absorbió durante meses. Horas de charla con Anibal Uset, director de Che Ovni, el primer cineasta argentino que viajó por el mundo para rodar una comedia basada en lo que se rumoreaba sobre los extraterrestres en los años sesenta, y otras tantas con Martín Rappallini, por entonces un joven escribano acusado de silenciar la verdad sobre la legendaria abducción matrimonial, justificaron otro capítulo. El Muñeco Mateyko, Pipo Mancera, Javier Portales, Cuchuflito, Jorge Sobral, Marcela López Rey, Erika Wallner y Perla Caron fueron las estrellas de la versión cinematográfica de la historia. ¿Una reliquia? Y, sí. La odisea olió a rancio hasta cuando supe que Catherine Fulop, en los noventa, había protagonizado una curiosa remake. En España ella también había sido convencida de haber sido teleportada por extraterrestres.

LO MEJOR YA FUE. Viajé a Mendoza y Mar del Plata para reencontrarme con Villegas y Peccinetti, los empleados del Casino que una madrugada de 1968 no llegaron a casa porque fueron interceptados por cinco humanoides y su nave. Otra historia fabulosa. Porque, en el paso a paso, me hizo sufrir, me hizo reír y también me quise morir. Las visiones del chupacabras y la oleada de mutilaciones de ganado secuestraron mi atención en Santa Rosa, La Pampa, y ya que estaba reconstruí la saga del chacarero a quien un ovni le chupó el celular. También me sumergí en la epopeya de don Francisco García, el “marciano por parte de madre” que en 1973 anunció el descenso de 50 naves (50, ni 49 ni 51) sobre la Laguna de Chascomús. Mis nebulosos recuerdos de la entrevista que le hicieron en Teleshow me eyectaron a Chascomús, adónde fui a verificar si en el Club de Pescadores seguía el balcón desde donde quisieron tirar al gurú cuando las naves no aparecieron, y volví sobre la pista de Normando Anuar Busefi, compañero de profecías de García y ahora exiliado en la habitación de un hospicio, convertida en Cuartel General del Universo.

Anduve por los parajes donde un vagabundo galáctico se encapuchó para decir que él -el afamado Comandante Clomro– es la encarnación de un ser de otro mundo. Una noticia: aunque no lo busqué ni lo esperaba, me reveló un secreto y su identidad, hasta ayer inexpugnable. También visité el geriátrico donde se hospeda Martha Green, una anciana hermosa que en los cincuenta fue arrebatada de la Tierra por Enis, su amante de otra dimensión, mientras su esposo -un militar peronista- era acosado por la dictadura de Aramburu.

Qué quieren que les diga: vivir, investigar y escribir las historias que son parte de Invasores fue una de las cosas más entretenidas que hice en mi vida. También fue una experiencia reveladora. Escribir es investigar, pensar, atar cabos, descubrir. Ahora parece que el libro tendrá lectores. Para ellos leerlo será… ¿Qué será? ¿Qué sucederá? Ni idea, ese es otro misterio pendiente. Pero prometo que no me va a importar, y no me va a importar porque lo mejor ya pasó. Lo mejor fue hacer Invasores y ahora poder pensar en las invasiones que siguen.

Read Full Post »

Rugen los tractores ante la falta de respuestas a las demandas de los chacareros; una sequía espantosa extermina las cosechas; las vacas no aparecen mutiladas sino envenenadas (algunos forrajes se vuelven tóxicos por la falta de agua); y en pocas semanas se cumple un año del paquete de medidas que puso en pie de guerra al (resumámoslo) “campo”. Algo muy extraterrestre debe estar pasando en la Argentina para que El Federal -revista dirigida al sector agropecuario- dedique su última portada al ufólogo y actor uruguayo Fabio Zerpa.

EUFORIA DE UFOS
Una de las alerta rojo siderales que afligieron el interior del país fue la microleada de ovnis que anegó los cielos de Rosario, provincia de Santa Fe.
Desde el 28 de enero de 2007, una luz circular solía titilar en el cielo nocturno. A partir de las 22 horas, cuando esta presencia solía manifestarse, muchos vecinos enfocaron sus cámaras digitales y celulares al cielo; entre ellos, algunos creyeron ver que desde la luz partía una extraño “rayo láser” que llegaba a nivel del suelo.

También en Rosario, allá por diciembre de 2007, se había informado un fenómeno semejante. Varios vecinos anonadados denunciaron a los medios la intrusión alienígena. La noticia cobró vuelo y despabiló a un grupo de amigos, dedicados a hacer volar un barrilete (papalote, papelote, cometa, birlocha, cambucha, pandorga, volantín, para ser cordial con los lectores hispanoamericanos de este blog) en la zona del Shopping Alto Rosario.
En uno de los videos, los muchachos reconocieron a uno de sus pingos de nylon, plástico y papel. Especialmente porque a su juguete con motor a viento le habían agregado un artefacto extra: una carcaza plástica circular con pequeños reflectores (leds, la imagen que encabeza el post) soldados alrededor, alimentados por cuatro pilas AA, que pendía lo más oronda del nylon-láser. Conclusión: en ambas oportunidades, el ovni que mantuvo en vilo a los rosarinos fue un tierno, pero también modernísimo barrilete. Los responsables del avistaje prometen nuevas invasiones.

Gracias al colega mexicano Luis Ruiz Noguez, de Marcianitos Verdes, por dar aviso.

Enlaces
Videos del platívolo sobrevolando el Shopping Alto Rosario
Vuelos nocturnos y el misterio de los ovnis en Rosario

Read Full Post »