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Archive for the ‘CLÁSICOS’ Category

Ya dije que salí encantado de ver Avatar. Pero también que James Cameron abrevó de fuentes identificables. Exploré entre la chatarra psicodélica de los setenta embebida en Youtube y no tuve que revolver mucho hasta encontrar esta rara avis (arriba), una perla que engarza con el collar de promiscuidades y pastiches culturales que intentamos exorcizar. Se trata de una banda francesa de los setenta, los Rockets (homónimo del grupo mexicano fundado en Monterrey, en 1958), que reflejó el bagaje de dónde viene y aún proyecta una inesperada brisa hacia el futuro (que es hoy).
En el clip (Rockets, 1976) temas, estética y hasta iconografía explican la cadena de bostezos que les debió causar a muchos iniciados la resurrección de la new age en los noventa: por más empeño que pusieran, nueva no era.

MARCA Y MERCA. Le llamaron a su primera formación Crystal y tuvieron claro lo que ahora los licenciados en marketing llaman hacer marca cuando le encargaron a un luthier parisino construir dos guitarras, una con forma de estrella, que representaba el cosmos y la posibilidad de la existencia de otras formas de vida espacial, y otra inspirada en los incas, que representaba a Inti, el dios sol.

Famosos en los Estados Unidos e Italia entre 1977 y 1982, las performances de Les Rockets recibieron aportes de la ficción científica y el imaginario alienígena en las letras y en la puesta en escena. Como no eran Pink Floyd, Yes ni Genesis, abusaban de sintetizadores y vocorders. Y tal vez porque no sonaban todo lo futuristas que deseaban, los músicos se untaban el cuerpo con una crema azul platinada, vestían uniformes brillantes y bailaban un break robótico onda Kraftwerk. Según sus biógrafos, fueron pioneros en jugar con serpentinas láser y en cocinar al público con pirotecnia en sus conciertos: lanzaban volutas de fuego con una bazooka y llegó a haber heridos en combate.
Todos eran hijos de la contracultura de los sesenta. Y al menos un integrante, el guitarrista Alain Maratrat, era fan de los platos voladores.

¿Querés sugerir alguna otra influencia terrícola para este boletín?

Fuentes:
Les Rockets en Wikipedia (en italiano)

Página oficial (en italiano)

Página biográfica (en italiano)

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El Tunel del Tiempo¿Quién se acuerda de El Túnel del Tiempo? Hay un capítulo –One Way to the Moon, 1966 que nunca olvidé: los doctores Tony Newman (James Darren) y Doug Philips (Robert Colbert) aparecían dentro de una nave en pleno alunizaje ¡en 1978! La proximidad de la fecha me causó cierta ansiedad. Pero el futuro se adelantó. Sentí el mismo escozor años más tarde, cuando oteaba el presente buscando rastros del Gran Hermano orwelliano en la víspera de 1984, cual evangélico obsesionado con los códigos de barra (que como todo buen cristiano sabe, encriptan el número de la Bestia).

SF and FutureComo sea, los realizadores de cine de ciencia ficción no siempre tienen en cuenta que el futuro del que hablan puede llegar en cualquier momento y olvidan situar sus tramas en el calendario. Otras veces, la ausencia de coordenadas precisas tiene que ver con el efecto buscado: sugerir que el tiempo es como una bruja con Alzheimer y el pasado puede ser el futuro, o viceversa.
Dan Meth es un pibe neoyorkino aficionado a la historieta y la ciencia ficción. Gracias a otro pibe -Martí Flò, un catalán amante del cine de extraterrestres- supe que Meth trazó una curiosa línea de tiempo, donde indica las fechas en que tuvieron lugar los sucesos contados en diferentes películas de ciencia ficción, desde La Naranja Mecánica hasta Dune. ¿Cómo organizó a las pelis? ¿Eligió nada más que a los clásicos? ¿Puso solamente las que son parte de su panteón sagrado? No, rastreó Wikipedia a fondo y en la infografía sólo agregó las que incluyen el año exacto.
El cronograma constituye un ejercicio de prospectiva de utilidad relativa: el análisis de aciertos y desaciertos de gran parte de las películas indexadas deberá esperar a las generaciones venideras. Pero, como dice Martí, “ayuda a saber cuáles se han aventurado más y cuáles han quedado desfasadas”.  ¿Comentarios?

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Futuristic Movie Timeline

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Sandro (caricatura  de Alale)Roberto Sánchez, el gran Sandro, murió anoche. Hasta ahora, Magia Crítica no se detuvo ante los difuntos célebres (a menos que resulten canonizados, como pasó con Raúl Alfonsín, o cuando el finado fue Fernando Peña, un compañero de blog). Y no, la verdad es que sobre Sandro no tengo gran cosa para decir que competa a la temática de este blog: su vida pendió de un hilo durante demasiado tiempo, el suficiente como para dejar sin aire a los tejedores de conspiraciones; tampoco hay necesidad de salir en defensa del supuesto fracaso del “milagro médico” (un oxímoron, la medicina no es milagrosa). Aunque esa clase de chistes pueden fallar (ya pasó con Michael Jackson), todavía nadie denunció su primera reaparición fantasmal.
Pero un argentino muy querido murió y quiero decir tres o cuatro cosas sobre el tema.

* Como cada vez que se va un personaje admirado y popular, la televisión saturó la pantalla con horas de transmisión en vivo y dejó en claro que su única misión fue mantener el tema a flote a cualquier precio. Rezo a Betrand Russell para que esta serpiente de verano dure poco. Pero es inútil rezar a Russell.

* Ante las pérdidas sentidas, las almas tristes precisan silencio y calma. Y anoche el ruido fue excesivo. Ninguna pena justifica tanto bochinche. Astros, estrellas y entenados parlotearon sobre “el amigo” Sandro. Con lo difícil que es hablar sobre el amigo que acaba de morir, desfilaron las lenguas de todas las Susanas, Mirtas y Guillermos Blanc del país.

* Tras la noticia de su muerte, anoche no había mucho más que informar. Salvo buscar en su mansión de Banfield vecinos cogoteando por su minuto de fama, era evidente que la televisión no tenía nada que hacer allí.

De Sandro siempre me atrajo más su voz y el personaje que sus canciones. Pero tuvo un carisma que hubiese sido la envidia de cualquier gurú. Ya en la sonrisa se notaba que era un gran tipo. El amigo soñado con quien compartir unos vinitos. Yo no lo conocí, pero mi amigo, el periodista y fan Daniel Riera, sí. Dany, por si alguien no lo sabe, es de esos tipos capaces de escribir una gran historia a partir de un par de anécdotas indefectiblemente reveladoras. Eso hizo hace días en la revista colombiana Soho. Vale la pena leerla para conocer mejor a Sandro y el vínculo con sus fans.

ROMPAN TODO. Mi homenaje al cantor fue llamar a Dany, por si necesitaba consuelo. Estaba triste y solo en su casa de Banfield. Pese a vivir a diez cuadras del fortín de Sandro, tuvo que juntar coraje para ir a despedirse. Hablamos del día en que a Clarín se le filtró el suplemento que iba a publicar cuando el artista falleciera, una práctica espantosamente naturalizada (y hasta defendida) en las redacciones. Enseguida, Daniel dejó asentada la siguiente comprobación: si alguien creyó que –tras el papelón- el diario de Ernestina Herrera de Noble iba a encargar de vuelta o reescribir esas notas por el honor o para contagiar al texto con una pizca de sensibilidad, se equivocó y mucho.
Ayer, Clarín publicó los artículos conocidos. El indicio: Sandro murió anoche y anoche el diario escribió ayer. “Má si, total, ¿cuántos se van a avivar?”, habrá pensado el editor.
Mientras quienes tanto lo quisieron lloraban, Clarín le regaló rosas podridas al Maestro.

Posdata: En su blog Malas Palabras, Diego Rottman hace una minuciosa comparación entre la necrológica que se le escapó a Clarín mientras Sandro vivía y la edición maquillada de hoy. Ver Sandro, la única persona a la que Clarín le dedicó dos obituarios.

Crédito: La caricatura procede de Trazando.

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Los Beatles, en otra dimensiónDesde hace unas semanas circula la noticia de un álbum raro de Los Beatles. Digo raro, y no mágico y misterioso, porque ya saben con cuánto cuidado conviene analizar las evidencias. La historia es así: la tarde del 9 de septiembre pasado, James Richards (seudónimo) viajaba cerca de un sitio llamado Del Puerto Canyon, al oeste de Turlock, California. Como su perro, su único acompañante, comenzó a mostrarse inquieto, detuvo el coche a un costado de la ruta por si necesitaba hacer sus necesidades. En eso, un conejo llamó la atención de la mascota, que salió disparada para darle caza. James, que conoce la perseverancia del animalito, se unió al tren. En medio de la persecución nuestro hombre tropezó y cayó desmayado. Cuando despertó estaba en un living con la cabeza vendada y su pichicho al lado, moviendo la cola. Cerca de allí, un hombre alto, de cabello negro y algo impresentable que dijo llamarse Jonas, le preguntó cómo estaba. Miró a través de la ventana y el paisaje era irreconocible. “¿Dónde estoy?”, le preguntó a Jonas. Desde ese momento, la concepción de Richards de la realidad se puso patas para arriba. Su ángel salvador había resultado ser un viajero interdimensional que decidió intervenir para  prestarle ayuda. Le explicó que había infinidad de Tierras paralelas, que lo había llevado a la suya hasta que se pusiera mejor y le dio abundantes detalles del planeta en esa otra dimensión.
El casete que contiene "Everyday Chemistry"INCREÍBLE SOUVENIR. Mientras conversaban notó que en esa realidad paralela las cosas sucedían de un modo parecido, pero con ligeras diferencias. Otras no tan ligeras, bueno. En un momento, a las perdidas, Jonas le cuenta que su hermano acababa de volver de un concierto de Los Beatles. “¿Quieres decir que aquí todavía están juntos?”, preguntó. Sí, contestó Jonas, y le mostró una estantería llena de casetes. Vio algunos discos conocidos, como Sargento Peppers, pero la portada lucía algo diferente. También vio otros títulos totalmente desconocidos. Le pidió una copia, para traer a nuestro mundo, y a Jonas le cambió el humor. “¡No, nada de fotos, nada de recuerdos, nada de cintas, nada!”. Le explicó que, si se lo permitía, algo malo podía suceder. Richards dejó de mostrarse interesado y cambió de tema. Pero no bien su anfritrión se distrajo metió uno de los casetes en el bolsillo. “No soy el tipo de persona que va a pasar por todas estas cosas en un mundo paralelo sin tomar algo para demostrar mi experiencia”, explica en el web site The Beatles Never Broken Up, donde cuenta la historia completa. Como sea, Jonas lo acompañó hasta el portal dimensional y, en instantes, Richards ya estaba junto a su auto. Otra vez en la Tierra.
The Beatles, psicodelia paradimensionalEL CALVARIO. James Richards (quien asegura preferir el anonimato por temor a represalias de la otra dimensión), es uno de los pocos protagonistas que ha regresado de una experiencia paranatural con pruebas concretas. En este caso, el único disco de Los Beatles grabado en una realidad alternativa, una Tierra II donde el grupo no se deshizo, Mark Chapman no leyó El guardián entre el centeno y George Harrison sobrevivió al cáncer. Otro mundo donde Paul McCartney parece haber sido incapaz de componer “Yesterday” y la banda aceptó a Yoko Ono como quinto beatle.
El título del álbum en cuestión es Everyday Chemistry (algo así como Química Cotidiana) y Richards, o como se llame, lo subió entero a la red, no sea cosa de resultar acusado de lucrar con una obra cuyos derechos son, por lo menos, materia controvertida. Por cierto, pocos le creen. Richards no los culpa. “Todavía tengo problemas para creer lo que me pasó. Yo no esperaría que usted me creyera, seguro que yo no lo haría, por eso tomé la cinta como prueba de que mi experiencia fue real”, explica. Los lectores que comentan las notas publicadas en cada medio anglosajón que se hizo eco de la novedad le saltan a la yugular: de todos los adjetivos que recibió, “charlatán” y “tarado” son los más cariñosos.
Si bien Los Beatles me fascinan, admito que lo mío no es la crítica musical. Pero me preocupó que nadie sometiera al disco a una evaluación ponderada. No para saber si alguien puede volver con un casete de Los Beatles de un universo paralelo, pero sí para pensar en cómo deberían sonar en una realidad donde siguen juntos. Para remediar esto convoqué a mis amigos Daniel Riera, por años crítico de rock en la edición argentina de la revista Rolling Stone, y a Alejandro Borgo, a este último no por su militancia escéptica -faltaba más- sino por sus conocimientos sobre la historia de Los Beatles y por ser un intérprete exquisito de sus canciones.

Escuchar Everyday Chemistry

Daniel Riera

NUESTROS BEATLES SON MEJORES
Por Daniel Riera

No sé si es una buena noticia que exista una banda llamada “Los Beatles” en otra dimensión. Por lo menos, no me queda claro luego de haber escuchado su casete (en esa otra dimensión, sigue siendo el soporte sonoro favorito de los usuarios) Everyday Chemistry. Los Beatles de la otra dimensión se llaman John Lennon, Paul Mc Cartney, George Harrison y Ringo Starr, igual que los nuestros. Pero no son iguales: en Everyday Chemistry queda clarísimo. James Richards, el hombre que importó el casete de aquellos Beatles (que todavía hoy siguen tocando allí donde viven), no aclara si la banda grabó allí un álbum parecido a lo que de este lado conocemos como Album Blanco (aunque su verdadero título sea The Beatles). Si así fuera, uno deduciría que aquellos John, Paul, George y Ringo han decidido profundizar en la senda experimental iniciada con “Revolution 9”. Aquí hay cintas invertidas, caos sonoro, muy poco de lo que en esta dimensión denominaríamos “canciones”. Para aquellos que gustamos de la música de “nuestros Beatles”, este es un problema. Porque si algo hacían bien “nuestros” Beatles,  era precisamente… ¡canciones! En ese revoltijo sonoro que es Everyday Chemistry, podemos identificar sin dificultad fragmentos de temas de lo que aquí conocimos como Wings, como Band On The Run, o de la carrera solista que Lennon desarrolló en nuestra dimensión, como Isolation. Al no haberse separado jamás, aquellos Beatles fueron teniendo ideas con algún punto de contacto con las que se le ocurrieron a “nuestros” Beatles cuando se convirtieron en solistas. El problema es que en la otra dimensión no lograron desarrollarlas como lo hicieron en este: se disuelven en un collage monótono que por momentos evoca más a los Residents que a “nuestros” Beatles. Ignoro qué representa este álbum en la carrera de la legendaria banda que existe y hace música en otra dimensión. Si todos sus discos son como Everyday Chemistry,  no tengo ninguna duda de que “nuestros” Beatles son muchísimo mejores.
Alejandro Borgo

UN REGRESO A LA NADA AUTORAL
Por Alejandro Borgo

No suenan a temas compuestos y desarrollados de acuerdo a ideas centrales. Un pedazo de letra por acá, una voz por allá, una base rítmica que se repite. No parecen temas que tengan una línea melódica y armónica coherente. Se deben haber renovado bastante en esa realidad paralela, porque no parecen Los Beatles. Pero ellos eran así, innovadores. Lamentablemente, este disco marca, yo diría, una involución. Comparado con la última obra conocida grabada por Los Beatles, Abbey Road, este disco representa una verdadera regresión a la nada autoral. Igualmente, resulta grato saber que se mantuvieron en actividad, volviendo a ingerir gran cantidad de drogas psicodélicas al componer y grabar. O tal vez una suerte de Alzheimer prematuro les afectó la creatividad y balbucearon aleatoriamente lo que recordaban de sus vidas anteriores.

Vía Casco de Kamikaze

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The Beatles Never Broke Up…

Descargar disco completo

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Carl Sagan PosterSi en el Universo hubiese alguna autoridad encargada de impartir justicia, uno de sus crímenes fue haber privado tempranamente a la Humanidad de una de las mentes que más hizo por la promoción de valores sociales e intelectuales que hoy pocos defienden con el mismo amor, entrega y pasión. Entre ellos, fomentar la autoconciencia de la especie: éramos la tecnología que conquistaba el espacio exterior, pero a la vez la inteligencia que debía mirarse el ombligo y reflexionar sobre su compromiso con “un mundo loco y peligroso”. Carl Sagan falleció el 20 de diciembre de 1996. El 9 de Noviembre hubiese cumplido 75 años.
GENIAL. Carl dedicó gran parte de su vida a compartir su fascinación por el mundo y el cosmos con una fuerza gestual y poética deslumbrantes. Su innovadora serie Cosmos y sus obras literarias y científicas aún resuenan entre quienes disfrutamos del conocimiento en sus múltiples manifestaciones. James Randi, ilusionista especializado en divulgación de la ciencia y el esclarecimiento de lo paranormal, recuerda en este video reveladoras vivencias que compartió con su amigo, el científico que poco antes de morir exorcizó la mala ciencia (y la mala magia) en El mundo y sus demonios (1997).

LIBRE. La última noticia sobre Carl Sagan en los periódicos no levantó polvareda sino humo. Una biografía reveló que Sagan fue consumidor de cannabis. En un ensayo suyo (que publicó con seudónimo) explicó que sus viajes interiores le permitieron apreciar desde nuevas perspectivas el arte, la música y las comidas. La yerba le acomodó sus propias ideas con relación a la religión. “El aumento de la sensibilidad en todas las áreas me da una sensación de comunión con mi entorno, animado e inanimado. A veces, se apoderó de mí cierta clase de percepción existencial de lo absurdo y veo con tremenda certidumbre tanto mis posturas hipócritas como las de mis semejantes.” Abogó por el uso libre de la marihuana, cuya ilegalidad consideró “escandalosa” siendo un fármaco que “ayuda a producir serenidad e introspección, sensibilidad y comunión, tan necesarios en un mundo cada vez más loco y peligroso”.

El mundo y sus demonios (1997)DESOBEDIENTE. Sus preocupaciones excedían su amplio espectro de intereses, que abarcaron desde la búsqueda de vida extraterrestre hasta estrategias de educación popular, desde el medio ambiente hasta la evolución de la inteligencia humana. Militó en favor de la paz mundial y el desarme de las superpotencias, arengó contra el uso armamentista de la energía nuclear y se opuso al desarrollo de defensas nucleares ante el eventual impacto de asteroides porque “las armas atómicas son más peligrosas que los asteroides”.
Una, dos, tres, centenares de veces repitió: “Somos polvo de estrellas que piensa sobre las estrellas” o “somos materia estelar que ha tomado el destino en sus manos”. Esa filosofía borderline –entre el rigor científico y el filo indómito del espíritu humano- le llevó postular que el pensamiento crítico no terminaba con la ciencia: la sociedad debía servirse de éste para controlar a los poderes públicos: “Si no podemos pensar por nosotros mismos, si somos incapaces de cuestionar la autoridad, somos pura masilla en manos de los que ejercen el poder”, escribió.

“Mil millones de gracias, Carl”, cerró Ivan Semeniuk la nota conmemorativa publicada por New Scientist. Magia Crítica agrega no parar hasta que los agradecidos sean miles de millones.

Si ya leíste a Sagan, regalá Sagan.

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Un amanecer glorioso: canta Carl Sagan

Ciencia y espiritualidad. Por Carl Sagan

El Día de Carl Sagan

Descargar El mundo y sus demonios

Descargar afiche «Somos polvo de estrellas»

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The Fourth KindEl título no es una autocrítica al número de visitas que recibe este blog. Se refiere al terror psicológico, un género cinematográfico rendidor por razones misteriosas o, si se quiere, exitoso contranatura: los cines se llenan de gente que busca morirse de miedo. Hace diez años, la industria del cine tambaleó con el éxito imprevisto de The Blair Witch Project (1999). Desde entonces, la modorra quedó firme. Nadie la sacudió hasta Paranormal Activity (Oren Peli, 2007), la historia de una pareja que –para registrar la posible presencia de un fenómeno paranormal- decide dejar una cámara de video encendida en la habitación de su nueva casa. La peli de Peli es esa filmación casual del acoso de un engendro satánico. Fijate el trailer, que muestra los efectos en el público:

Ok, el video es parte de la campaña promocional: el boletero no te pide un informe de aptitud cardiaca. Algunos cinéfilos amigos del terror no quedaron conformes -los pelos no se les pusieron de punta- y refunfuñaron: creyeron haber sido cándidas víctimas de la enésima campaña de marketing viral. Una desilusión semejante a la que causó la Bruja de Blair. Lo cierto es que -con la bendición de Steven Spielberg– el debut de Paranormal Activity también fue espeluznante. Oren Peli solo invirtió 15 mil dólares y ya recaudó 62,5 millones de dólares. El presupuesto de The Blair Witch fue bastante mayor (entre 500 mil y 750 mil dólares) y en taquilla superó los 200 millones de dólares. Comparativamente, la puja corona a Paranormal Activity reina del género antes de su estreno internacional. Ambas películas utilizaron Internet como plataforma de lanzamiento: la de la bruja fue pionera en propagar el “misterio real”. Paranormal explota recursos que en 1999 no existían, como las redes sociales, la web 2.0 y el sistema de estrenar en salas con demanda asegurada. Dicen que quizá termine siendo la película más rentable de la historia. Pero aquí la cosa no termina. Mirá:

A fines del siglo XX, creímos haberlo visto todo: El día que paralizaron a la Tierra, La invasión de los ladrones de cuerpo, Invasores de Marte, Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, E.T., y series como Star Trek, Alf y Los Invasores. Pero luego –hacia final de siglo- aterrizaron los MIB, Mars Attacks!, Día de la Independencia y el eslabón pop perdido de los 90, Los Expedientes Secretos X (del borradísimo Chris Carter) y su panegírico de la conspiración como maestro de la Historia. Que no se detuvo: en el siglo XXI ya tuvimos en la tele a Taken, y el caso de la niña prodigiosa que redime el género extraterrestre; en el cine a Sector 9, y su himno a los alienígenas discriminados en Johannesburgo y ahora, para remediar las nostalgias de los 80, desfilan las chicas de V y el esperpéntico corso de los lagartos maquillados.

¿Adiviná quién vino?PURA YODA. The Fourth Kind (Olatunde Osunsanmi, 2009) estrena en los Estados Unidos el 6 de noviembre. Esos ojitos (si clickeás la imagen izquierda comprenderás) aparecen en pesadillas como las de This Man. Es que lo desconocido no aterroriza si no te mira a los ojos.  Tras los casos ovni del primero, segundo y tercer tipo (directa alusión a la nave madre de la factoría Spielberg, Encuentros Cercanos, 1977), están los del cuarto tipo, aquellos “más difíciles de documentar”. El misterio a resolver es una abrumadora cantidad de personas desaparecidas en Alaska. La encargada de despejar la incógnita de esos ojitos es la psicóloga Abigail Tyler (Milla Jovovich). Ella (como en Paranormal Activity) graba las sesiones de pacientes con los nervios destrozados, a quienes hipnotiza para tratar de recuperar posibles recuerdos traumáticos ocultos. Aunque en envase hollywoodense, The Fourth Kind es otro ejemplo del terror psicológico como subgénero dentro del cine de ciencia ficción. Pero -ejem- el trailer comienza con una ingenua declamación de principios documental: se regocija en una clasificación de los encuentros con ovnis provista por un famoso ufólogo, hace referencias a “casos reales” y su protagonista, la Jovovich, dice: “Hola, soy actriz, lo que van a ver es una dramatización…), como si esa presentación bastara para despegar ficción de realidad.
Joseph Allen Hynek¡ UNA COMEDIA ALIENÍGENA YA! The Fourth Kind (¿cuál será su traducción castiza? Ojalá en España eviten llamarla Cuarta Fase) presenta como si hubiese descubierto agua en Marte la clasificación del doctor Joseph Allen Hynek, la antigua categorización de los “niveles de complejidad” de las experiencias con ovnis que sirvió para lanzar el antológico film de Spielberg.
Cualquiera sea el resultado dramático de la película de Osunsanmi, la conexión entre ufología, terror y un auditorio receptivo al terror nos regresa a la paradoja inicial: ¿Por qué la gente paga una entrada para asustarse? El ensayista Martin Kottmeyer hace la misma pregunta de otro modo: “¿Por qué hay gente dispuesta a identificarse con personas que sufren? Quizá se trate, en parte, de una prueba. Nos enfrentamos al miedo y ello nos ayuda a dominarlo. También nos gusta ver cómo los malos acaban recibiendo su merecido”. Más adelante, sigue: “Fundamentalmente todo gira en torno a nuestra contienda permanente contra el caos a la búsqueda de un orden renovado”.

Lejos de las abstracciones teóricas, extraño alguna película inteligente sobre extraterrestres que desande -incluso con humor- aventuras humanas. Hay un reconocido director argentino que anda por España intentándolo, ¿lo conseguirá?

Mientras tanto aquí, en la Argentina, la obra cumbre de Héctor G. Oestherheld, El Eternauta, sigue esperando un cineasta capaz de filmarla.

Descargas

¿Por qué nos gustan las películas de miedo? ( Artículo de Luis Muiño en supl. «ES» de La Vanguardia (27/09/08), para descargar en PDF).

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«Muchos interesados en los fenómenos extraños de mi generación descubrimos que la ciencia ortodoxa escondía tantas o más maravillas que las ciencias heterodoxas cuando nos la develó Carl Sagan (1934-1996). La serie Cosmos marcó un antes y un después en el campo de la divulgación científica. Tal vez me excedo, y el lector me acusa de sufrir de una sobredosis de nostalgia por el ídolo/ícono perdido», escribí hace años en una reseña sobre las críticas de Sagan a la Parapsicología. «En Cosmos -continuaba-, Sagan probó que se podía llevar la ciencia a la TV en un lenguaje ameno, didáctico y atractivo. Cosmos sigue siendo un ejemplo fastidioso para los ejecutivos de la industria del entretenimiento que se dicen unos a otros que la ciencia no puede ser un éxito de audiencia».
Cada vez que alguien dice que los científicos nada saben o no les interesa lo paranormal, el ejemplo más a mano de lo contrario es El mundo y sus demonios (1997). Y cuando alguna productora o editorial cree haber inventado un nuevo formato para transmitir conocimientos, vuelvo a pensar que la fórmula de Cosmos –repuesta hace poco por Canal Encuentro– es imbatible: el tono poético de Sagan para hablar de ciencia, su aporte a la comprensión de la ciencia, siguen siendo fabulosos.

El gran Carl revive de las formas más inesperadas. En este videoclip, el músico John Boswell hace “cantar” a Sagan. Recupera y mezcla escenas de Cosmos y suma al cosmólogo Stephen Hawking con fragmentos tomados de la serie Stephen Hawking’s Universe.

Mi amigo Daniel Riera encontró el clip en el blog de la escritora Pola Olaixarac y acabo de descubrir la misma versión subtitulada al español. La traducción no es impecable, pero ayuda a los que no entienden inglés. La canción original se puede descargar aquí.

«La superficie de la Tierra es la costa del océano cósmico», dice Carl. Y recién empezamos a mojar los pies en la orilla.

Por favor, conecten el audio y disfrútenlo.

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“A Glorious Dawn” (Cosmos Remixed)

Cosmos online

La reseña citada arriba de El mundo y sus demonios: la ciencia como una luz en la oscuridad (Ed. Planeta: Buenos Aires, 1997) todavía flota en web.archive.

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Mercedes Sosa

Todo cambia
Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo
Cambia el clima con los años
Cambia el pastor su rebaño
Y así como todo cambia,
que yo cambie no es extraño.

Composición: Julio Numhauser
Intérprete: Mercedes Sosa

Eligió la canción Teresita Escario, a quien también agradezco.

Descargar tapa de Crítica de la Argentina de hoy (en pdf).

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“¿Cómo no asociar –estirando los límites de nuestra imaginación– la emergencia sanitaria local e internacional con aquella nevada mortal que cambió la existencia de Juan Salvo y del mundo entero? Su onomástico noventa –23 de julio– sirve de pretexto para recordar no sólo su ausencia física (tenida cuenta su rol en el desarrollo de la historieta argentina y mundial), sino también al militante, al Oesterheld político, no por controversial menos admirable. Un espécimen de otra época, tan distante al individualismo y frivolidad exacerbados de hoy”, escribe el periodista Enrique Fernández Maldonado en el Diario La República, del Perú. Mariano Chinelli, creador del webzine dedicado a El Eternauta CONTINUM 4 y activísimo animador de la lista de correos Eternautas, estaba enojado y con razón: salvo el diario La Gaceta de Tucumán (a propósito de la inauguración de la muestra “Oesterheld, 90 Años”), ningún otro medio argentino recordó que el pasado jueves 23 Héctor Germán Oesterheld hubiese cumplido 90 años.

Como yo tampoco recordé el aniversario, no voy a decir nada. Pero cedo el espacio al colega peruano. Que escribe: “En momentos en que la historieta era hegemonizada por el formato estándar del cómic gringo, la historia de la invasión extraterrestre, (El Eternauta), supuso una verdadera revolución en el medio (…) “Oesterheld le cambia el chip a la historieta argentina: humaniza sus héroes y los presenta como seres que temen, que dudan, como cualquier mortal. Pero, además, redobla la apuesta: construye un héroe colectivo cuyo éxito depende del esfuerzo común de personas anónimas, congregadas en torno a una meta máxima”.  Así fue, así es, y así seguirá siendo.
Aunque la memoria, como esas primas traviesas y lejanas, no haya venido a visitarnos.

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«Oesterheld». Por: Enrique Fernández Maldonado. Descargar artículo original (versión impresa).

Sobre Héctor Germán Oesterhed, en Muestra 50/30: Una biografía. Por Mariano Chinelli.

Blog no oficial de El Eternauta: La Película, que dirigirá Lucrecia Martel.

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El que le pregunta a Edwin Buzz Aldrin si tuvo celos de Louis Armstrong (sic) es Ali G, el raportero interpretado por el actor inglés Sacha Baron Cohen, más conocido como Borat, nombre de la película y del personaje –presunto cronista antisemita, misógino e ingenuo de la televisión de Kazajistán- que visita a los Estados Unidos con el plan de realizar un no menos supuesto documental para explorar la cultura estadounidense.
En este reportaje desopilante -donde hablan hasta de Michael Jackson-, Ali G le hace al astronauta una segunda pregunta sensible: “Sé que se lo preguntaron cientos de veces. Seguramente le molesta pensar en ello. Pero digámoslo de una vez: Qué le diría a todos esos conspiracionistas que se acercan y le dicen ¿realmente existe la Luna?”.
Valga este aperitivo -que desmonta el mito según el cual Aldrin carece de sentido del humor– para cerrar bien arriba la Semana Lunar.

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En los últimos años surgió una corriente de pensamiento que descubre vestigios de religión en todas partes. Una de las puntas de lanza de la tendencia ha sido el cine de ciencia ficción y fantasía. Así, una constelación de fuerzas sobrenaturales, mágicas y divinas reaparecen en sagas como The Matrix, Las Crónicas de Narnia, Harry Potter, El Señor de Los Anillos, pero también en Viaje a las estrellas y en La guerra de las galaxias.
En tiempos de zozobra también flota la sensación de que una era llega a su fin. Por lo mismo, emerge un desfile incesante de películas catastrofistas. El tiempo pasa, aumenta la percepción de que las agujas del reloj corren más rápido (es que nos vamos poniendo viejos) y el Apocalipsis, sobre todo el personal, es una sombra que espera a la vuelta de una esquina.

LA RELIGIÓN «VERDADERA». Todo este material viene bien para reflexionar sobre el papel de la religión en nuestra cultura, y la forma que ésta evolucionará en el futuro. Así consideró a la saga de George Lucas el sociólogo William Sims Bainbridge en su obra The sociology of religious movements. “La Guerra de las Galaxias establece una clara concepción de lo que la religión será en el futuro lejano. La Fuerza no es un dios, pese a ser claramente sobrenatural. Los Ewoks confundieron a C-3PO con un dios y lo adoraron como una deidad dorada porque eran parte de una sociedad primitiva. En las zonas civilizadas de la galaxia se había extinguido la religión, que sólo persiste entre salvajes y sólo un milagro real podría restituirla”, escribe.
Según Bainbridge, alguna gente cada vez le reclama “más fuerza” a la religión. Sigue: “En las sociedades tecnológicas avanzadas, la religión morirá, a menos que sus creencias resulten literalmente verdaderas. Sólo la efectiva intervención de lo sobrenatural puede salvar la religión de la ciencia”.

En suma, disfrutemos del cuento. Pero, ya que estamos, aprovechémoslo para pensar. No sé si valdrá la pena visitar Star Wars: The Exhibition, en el Centro Cultural Recoleta, con estas ideas en mente. A lo mejor sí, porque allí no sólo encontrarán naves en tamaño real, trajes, bocetos, personajes y 250 piezas originales del universo de La guerra de las galaxias. También funcionará una Escuela Jedi. Si deseamos introducir a nuestros niños en la filosofía Jedi, que se vuelvan seres sensibles a la Fuerza y sean aceptados en la Orden, hay que prepararse. Dice Bainbridge que La Fuerza -un campo de energía que impregna toda la galaxia- se parece mucho a las creencias sobrenaturales que vienen. A lo mejor, es la última esperanza para derrotar a la gripe porcina y otras calamidades.

No hay que fantasear demasiado: algunos ya están aplicando Reiki para combatir la pandemia.

Star Wars: The Exhibition. En el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930). De martes a viernes, de 9 a 21, sábados y domingos, de 10 a 22. Valor de la entrada: $35

Enlaces

Star Wars en la Argentina

Héroes místicos son los de ahora. Por Nahuel Sugobono.

The sociology of religious movements. Por William Sims Bainbridge. Routledge, 1997. (P. 395-403, 422).
En Books Google se puede consultar online.

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Tenía 79 años y el corazón golpeado. Se llamaba Alva John Kiehle, pero se hizo conocido en todo el mundo con el seudónimo que usó toda la vida, John Keel. Había nacido el 25 de marzo de 1930 en Nueva York y allí lo conocí, gracias al periodista José A. Huneeus, en 1983.
A los 16 años fue cronista del New York Times y admiraba a Charles Hoy Fort (1874-1932) cuando todavía no sabía que iba a ser su heredero.
En 1952 ya se había enfundado el traje de cazador de platos voladores y fue uno de los primeros periodistas radiales que pasó una noche dentro de la Pirámide de Gizeh para transmitir sus vivencias en directo. Enseguida emprendió una gira que lo llevó del Nilo al Ganges, donde investigó los trucos de los fakires, y peregrinó por el Tibet tras las huellas del Yeti. Metido a ufólogo, sus libros impactaron entre los ufólogos de la época, como Operación Caballo de Troya (título luego vampirizado por J.J. Benítez) y El enigma de las extrañas criaturas (Ed. ATE, Barcelona, 1981).
DOBLE RASERO. Sus creencias tenían dos filos: por un lado, le perseguía la idea de que “alguien” (jamás decía quién o quiénes) “nos quiere hacer creer en extraterrestres”: y, por el otro, denunciaba los bucles de razonamiento conspirativo de sus colegas, que veían contubernios militares por todas partes, o empezaban a hacer un uso peligroso de la hipnosis en los casos de abducción. A la vez, cuando entrevistaba a testigos de ovnis, creía en asuntos bien difíciles de creer. “Varios testigos de cosas insólitas –me dijo en 1986– tuvieron síntomas de enfermedades venéreas, como infecciones en la próstata (…) he descubierto a mujeres que casi siempre estaban en su período menstrual”. Cuando le pregunté si estaba sugiriendo cierta clase de vampirisimo, no sólo me dijo que sí. Citó el caso de un ovni que asedió a una ambulancia “llena de sangre fresca”. Cualquier cosa que esto pudiera significar, ya que él había abandonado la hipótesis extraterrestre en 1967.

LEYENDA APOLILLADA.
Bajo la dirección de Mark Pellington y Richard Gere en el papel del periodista “John Klein”, en el 2002 se estrenó el film basado en su obra, The Mothman Prophecies (Las Profecías del Hombre Polilla, 1975). Una criatura de ojos rojizos que -si alguien los miraba- “estaba condenado a morir en seis meses”. Julio Arrieta, a propósito de sus historias, se preguntaba: “¿Keel es sólo un caradura o realmente se cree las tonterías que dice?”. No tengo ninguna evidencia aparte de la charla que mantuvimos hace 25 años. Para mí, Keel creía honestamente en sus historias. Propongo que cada vez que dejemos una bolita de alcanfor en el ropero, le dediquemos un pensamiento al maravilloso John Keel. Que en paz descanse.

Enlaces

John A. Keel Has Died, en Cryptomundo. Por Loren Coleman

John Keel: «Alguien nos quiere hacer creer en extraterrestres». Por J. A. Huneeus y A. Agostinelli

Ciertas profecías nunca se apolillan: otro ufólogo asciende a Hollywood. Por Patricio Abusleme

John Keel, el conspiranoico. Por Julio Arrieta

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Vean esta imagen de Michael. Todavía era joven, negro y tenía el pelo mota. Posa al lado de E.T., el extraterrestre que tenía miedo, estaba solo y perdido, a tres millones de años luz de su casa. La película E.T., El extraterrestre (S. Spielberg, 1982) fue un espejo donde se reflejó Jackson. Michael Luckman, en su libro Alien Rock: The Rock ‘n’ Roll Extraterrestrial Connection (2005), cuenta que Michael vio el film cientos de veces, también con los niños con los que compartía sus días en Neverland.
Hay una lectura muy oportuna sobre E.T., o lo que esa película representó para la cultura popular norteamericana. Por esos años, a contramano de la devoción universal, el escritor Ariel Dorfman no se mostró embelesado con el mostrenco. La criatura -cruza de tortuga, insecto y feto- “no es un ser absolutamente raro, no significa para el público un verdadero desafío ni exige un ajuste a fondo de sus percepciones o costumbres como un auténtico ser extraterrestre probablemente lo haría”. Para Dorfman, su cabezota y sus ojazos “son rasgos típicamente infantiles y tienen por objeto provocar la automática adhesión de nuestra raza, el deseo de proteger y acariciar al pequeño”. Con todo, el autor de Para leer el Pato Donald (1971) rescató al film porque propuso “tolerar a seres que no son idénticos a nosotros” (¿cómo le iba a restar ese mérito en tiempos de Reagan?). Dorfman destacó que el personaje poseía la inteligencia de un recién nacido “al que se le debe enseñar todo” y admitía -para terminar- que los norteamericanos habían adoptado a E.T. «como se adopta a tantos huérfanos del Tercer Mundo» (1).

¿ALGO MÁS EN COMÚN? Michael Jackson amaba a E.T. Refrendó su amor con los $ 200.000 dólares que pagó por una pintura al óleo donde pidió que lo representaran entre quienes consideraba sus pares: Albert Einstein, George Washington, Abraham Lincoln, la Mona Lisa y E.T. El cuadro (próceres e iconos usaban los mismos guantes y gafas que el Rey del Pop) estaba entre sus más preciadas posesiones en subasta cuando se declaró en quiebra.
La identificación con aquella criatura infantil y solitaria que sólo podía ser comprendida por otros niños pudo haber ido más lejos. Durante sus años en Neverland -rodeado de chicos a quienes, como él mismo reconoció, invitaba a su cama- Jackson soñó construir un platillopuerto donde filmar el primer aterrizaje extraterrestre y manifestó a sus íntimos la creencia -revelada al mismo Luckman y a su amiga Elizabeth Taylor- según la cual él mismo era originario de otro mundo.
Sus arreglos faciales, su impresionante nariz de gnomo cósmico y su vocación por someterse a tratamientos que supuestamente le permitirían ser “más blanco que los blancos” persistirán en el imaginario colectivo. Esos ajustes fisonómicos tuvieron que ver, sin duda, con cierta tensión por trascender su prisión racial. Pero ¿era un “negro vendido”, como alegaban sus críticos? Vamos a ver.

TERRÍCOLA RENEGAU. Jackson suscitaba el fervor de sus fans por sus talentosas performances musicales. Antes de 2005 -cuando comenzó el juicio por pedofilia, cargo del que fue absuelto- irritaba a sus no fans por su presunta condición de “negro renegado”.
La valoración de los norteamericanos blancos hacia el artista pasaba, inevitablemente, por un filtro racial. Eran la cadencia de su voz y su ritmo “típicamente afrobrasileño” las aptitudes que se imponían entre sus admiradores. Alejandro Frigerio señaló que -por más empeño que pusiera él, y sus millones invertidos en cirugías-, Jackson no podía ser sino negro. “Su osadía -escribe Frigerio, en una nota que aconsejo leer completa– fue su intento de quebrar barreras raciales”. Era su intención de “blanquearse” lo que indignaba. “No señor, eso no se puede”, ironiza el antropólogo. ¿Ser negro? ¿Ser blanco? “Son dos estados diferentes del ser”. Frigerio postula que el trabajo que hizo en su cuerpo el artista fue una iniciativa algo más compleja que “cambiar de color”. Y recuerda el tema donde Jackson cantaba: “No quiero pasar el resto de mi vida siendo un color”. Michael -interpreta Frigerio- «no quiso que su vida fuera definida solamente por su color» (2).
Quién sabe si además fue a buscar otras tonalidades a su planeta natal, al que imaginaba como “una caprichosa anomalía en el océano sideral”.
No, la verdad es que no debió resultar fácil ser Michael Jackson.

Notas
1) Dorfman, Ariel; Como se adopta a un huérfano, en Clarín, 5/05/83.
2) Frigerio, Alejandro; «Moonwalker». En Afroamericanas, 26/06/09.

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Hoy murió Fernando Peña. Tenía 46 años. Actuaba, escribía, pensaba. A veces irritaba, otras enardecía. O enternecía. Pero siempre, siempre, fogoneaba. Era de esas inteligencias atropelladoras, impulsivas, que se las arreglaba para dejarte pensando. No era santo de mi devoción -no lo escuchaba en la radio-, pero seguía sus notas, que publicaba acá al lado. Algunas veces me dije: “¡Genial!” Y otras: “¿Cómo puede decir semejante barbaridad?”. Es que él decía, simplemente, lo que pensaba. Muy inusual el tipo: no tenía filtro. Y no lo tenía porque era libre. O todo lo libre que es posible ser en esta prisión.

Peña fue, ante todo, un extraordinario artista. Alguien que generaba pasiones. Pasiones en toda la gama del espectro.

Cuando en su debate con Luis D’Elía éste le dijo: “perdiste el ángel, Peña”, le dí la razón. El piquetero le había pasado por encima. Nunca había visto a Peña desangelado. “Le puso límites a su soberbia otro de su estatura”, pensé. Ahora no sé. Me alcanza con saber que es una gran pérdida. Si esta noche estuviera Tinelli, mi sugerencia hubiera sido que apagaras la tele y salieras a la calle a ver el eclipse. Se fue un ángel molesto de la cultura rioplatense y se lo va a extrañar, a él y a sus benditas insolencias.

Peña sobre sí mismo: «Sóy un pulpo que absorbe todo lo que el mundo tiene para dar».

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