Diario Popular, el periódico editado por Grupo Multimedia en Paraguay, no lo debe poder creer. Pocas portadas suyas tuvieron tanto impacto como ésta, que corrió horas antes del partido Parguay-Argentina por las Eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica 2010: “Maradona -dice la versión- mandó un brujo kurepa para hacer trabajitos en el Defensores del Chaco” (el principal estadio de Asunción). Luego, se armó la de San Quintín.
La especie, aprovechada a fondo por los medios de ambos países, tiene una fuente bien reconocible: “Informes que vienen de ashá”, escribe el redactor de Diario Popular. Esto es: alguien, vaya a saber quién, se lo contó. O alguien, vaya a saber quién, se lo inventó. Incluso si fuera cierta seguiría siendo incomprobable, de ahí que estas historias tienen más interés por su influencia o función social que por su voluntad informativa.
El equipo de Maradona viene de recibir tanto palo que la versión de la contraofensiva mágica cae a los paraguayos como anillo al dedo: si la Selección Argentina gana, no fue porque la de Paraguay no dio pie con bola sino porque fueron doblegados por los poderosos efluvios del supuesto brujo contratado. “Es muy poco lo que se puede hacer”, dice Diario Popular que respondieron videntes y manosantas locales. Ahora, si gana la escuadra paraguaya, sus jugadores habrán vencido un doble desafío: evitar el papelón de ser derrotados por un equipo poco eficaz y haber sido capaces de sobreponerse a la magia.
Lo más parecido a un dato son las declaraciones de un brujo local, Kumanchú. Dijo que Diego Maradona “lo estaría visitando en busca de ayuda”. El Popular reproduce el siguiente diálogo:
– Me llamaron de una radio, les dije que no hay problema.
-¿Pero qué clase de paraguayo sos, le preguntamos.
– Jamás le ayudaría a que nuestra selección pierda, de por ahí le ayudo para que su selección clasifique al Mundial, contestó.
Buena parte de la sociedad paraguaya tiene firmes creencias mágico-religiosas. Diario Popular suele dar cuenta de sus efectos, especialmente cuando asustan. Hoy mismo dos noticias locales desnudan las consecuencias de una comprensión en clave religiosa de los trastornos de conducta: una madre del distrito de Choré denunció que tres de sus hijos “fueron poseídos”, motivo por el cual recurrió a un cacique para exorcizarlos. “Uno de ellos vive encerrado, otra oloqueá de tanto en tanto y el tercero katu oiko atado y engrillado” (queda pendiente la traducción del guaraní). La otra noticia cuenta que el martes pasado Elva Armoa de González mató a golpes a su hijo de cuatro años para “sacarle el demonio del cuerpo”.
Sucesos trémulos que postergan la frase con la que pensaba cerrar este post. Iba a escribir: “¿Qué sucederá mañana, cuando conozcamos el resultado del partido?”. Me interesa conocer la opinión de algún integrante de la Asociación Racionalista Paraguaya. Pero, sobre todo, la de los responsables de mantener encendida la hoguera de Satanás como chivo expiatorio, ese fantasma que aterroriza a quienes están demasiado seguros de su presencia y a veces enloquece o mata a los que nacieron libres de toda creencia religiosa.