Las noticias ahora corren a velocidad de espam y nadie quiere quedar rezagado. Un hombre dijo que se le escapó un globo tripulado por su hijo de seis años y logró que infinidad de medios se interesaran por su falsa historia. El padre era un excéntrico que quería hacerse rico y famoso para salvar a su familia del fin del mundo. Terra inventó una invasión de ovnis en Galicia para promover su portal. Una compañía telefónica en Letonia difundió el video de un meteoro y fabricó un cráter para vender más teléfonos móviles. Hace unos meses, una serie de falsos documentales colaron en la realidad social argentina –con la complicidad rentada de varios programas de televisión- para decir que un futbolista, Javier Mascherano, tenía un motor Fiat implantado en el cuerpo. El mensaje de una modesta página web se instaló en la prensa y generó otro fenómeno social apócrifo, This Man.
El sitio dice que una cara, siempre la misma cara, aparece en los sueños de pacientes psiquiátricos en distintas partes del mundo. El creador del sitio, Andrea Natella, resultó ser discípulo del extinto colectivo Luther Blissett, un grupo de hacktivistas italianos que propagaba noticias sobre sucesos inexistentes para denunciar la verdadera farsa, que es el concepto de realidad que venden los medios.
El objetivo de Natella no suena tan altruista: al parecer, pretende posicionar a Guerriglia Marketing, una empresa que promete “obtener el máximo de visibilidad con un mínimo de inversión”.
EFECTO CHAPULÍN COLORADO. El mercado devora la realidad y casi nadie zafa. La prensa que hace de la falta de rigor una fiesta cae en su propia trampa. Poderosos medios compraron con voracidad la historia del globo perdido con el nene adentro. Otros tantos –con la bendición de ciertos ufólogos- se tragaron el plato gallego. Varios científicos asomaron sus bustos parlantes en los noticieros para pontificar sobre el meteorito que nunca había caído. ¿El bluf es tendencia? No. Desde la caminata sobre el agua de Cristo hasta la muñecopsia de Roswell pululan las falsas noticias. Internet ahora facilita su expansión, pero la radio y el cine cantaron primero. Se acaban de cumplir diez años del estreno de The Blair Witch Project (D. Myric y E. Sanchez, 1999). Fue una película de bajísimo presupuesto que desbancó a superproducciones mediante una astuta estrategia de marketing viral. Hicieron creer que el film iba a contar una historia de terror real. Ahora es un truco trillado, pero había que jugarse cuando los conectados éramos tan pocos.
Entre ciertos lechuginos, el efecto de estas historias -el nene en el globo, el tipo que aparece en sueños, el jugador con un motor turbodiesel en el estómago o el falso cráter de meteorito- recuerda a las veleidades del Chapulín Colorado: “Lo sospeché desde un principio”, dicen. Cuando se devela el truco, todos somos genios. Que nadie se autoengañe: los medios las publican porque son mercancías valiosas. ¿Son sapos o lo parecen? Me ne frega, deben pensar. Mañana pasamos a otro tema.
SABOTAJES INSTRUCTIVOS. Las diferencias de algunas de estas historias con el fraude a secas caen de maduras: tras tomarte el pelo, te cuentan cómo lo hicieron. Así nos reímos todos.
Al parecer, el engaño a corto plazo es virtuoso. Tiene glam. No sólo hay show: mostrar la trastienda del montaje es parte del show.
El ardid de generar campañas de misterio tiene sus años. Sin ir tan lejos, se cumplen 71 desde la celebérrima emisión radiofónica de Orson Wells. Parece que fue hace un siglo, pero en 1995 causó furor la autopsia de Roswell, el pseudo documental del extraterrestre descuartizado que vendió por bueno el productor Ray Santilli. Diez años después, el mismo Santilli produjo una comedia basada en el fraude (Alien Autopsy, J. Campbell, 2006). Pero tanto su cara de piedra como sus pretextos se caían a pedazos. Santilli llegó tarde. Quiso pasarse de listo.
Algunos invocan a una moraleja de Esopo, El Pastor y el Lobo: creen que la proliferación de engaños con fines propagandísticos puede volver al público incapaz de diferenciar la realidad pura y dura (si llegase a existir cosa así) de realidades inventadas. Para otros, estos engaños –seguidos de su explicación- enseñan a captar un matiz básico del mundo contemporáneo: la industria de los medios -atascada en la pelotudez frivolidad- propicia la circulación de gloriosas patrañas. En 2004, Luis Alfonso Gámez, creador del Proyecto Magonia, anunció la inminente fabricación de falsos platos voladores para que los participantes de una jornada de observación nocturna de naves extraterrestres mantuvieran la guardia alta. Nadie participó en el Proyecto, pero los promotores de la «Alerta Ovni» estaban enardecidos. Magonia proporcionó un ejemplo de fraude (en realidad, amenaza de fraude) instructivo, una modesta contribución a aguzar el escepticismo de la población.
¿QUIÉN ES ESTE TIPO? Hay quienes minimizan el potencial de estas cruzadas. En los sesenta, los simpatizantes de Mario Rodríguez Cobos, el gurú de Punta de Vacas, pusieron inodoros en la calle para llamar a la gente a votar en blanco y salieron a dibujar en las paredes la consigna “Silo vence”. En los ochenta, su grupo reclutó tropa suficiente para impulsar el servicio militar optativo. En 1994, el crimen del soldado Carrasco precipitó la suspensión de la ley. Por pesado que Silo caiga, no cuesta pensar que sus seguidores contribuyeron a crear el estado de opinión que favoreció la medida. En 2002, el surrealista show raeliano -el falso anuncio de la bebé clonada- fue parte sustancial del debate político-científico que siguió sobre la clonación humana (que arde desde que la justicia de surcoreana condenó por fraude al ex héroe asiático de la clonación, Hwang Woo-suk).
Estos precedentes sugieren poner atención a cualquiera que se atreva a pedir lo imposible. O lo que parece imposible. Hace poco, el escritor argentino Martín Caparrós propuso acabar con las Fuerzas Armadas. ¿Y por qué no? ¿Esto no es la Argentina, acaso?
Muchos periodistas guardamos algún fiasco con moraleja en el ropero. En el Día de los Santos Inocentes de 2005 difundí una (falsa) primicia: a partir de un sueño, se me ocurrió trucar una noticia, según la cual un devoto le había arrancado la peluca a Sai Baba. Envié el texto a varias listas de correo de aficionados a lo paranormal, creyentes y escépticos. El mail circuló rápido. Admití al otro día que era una broma y publiqué los resultados del experimento en la revista Pensar, pero aún así el Equipo de Difusión del Consejo Central de la Organización Sri Sathya Sai Baba de Buenos Aires salió a desmentir el brulote. No se dieron cuenta que mi modesta prueba había revelado que los prejuicios salpicaron parejo: escépticos y creyentes no sólo consideraron plausible que Baba usara un postizo sino que un disidente colérico dejara al avatar con la calva al aire.
Me acordé de aquella inocentada cuando ví la cara de This Man y la falsa noticia de miles de pacientes obsesionados, prisioneros de un retrato. Bien podría ser Sai Baba sin peluca. Los devotos también juran que se les aparece en sueños.
Enlaces
¿Has soñado con este hombre? Descargar afiche en español de This Man, en PDF.
El día que le arrancaron la peluca a Sai Baba Descargar artículo completo, en PDF.
Agradecimiento
A mi hermano Javier Agostinelli, por el montaje digital de This Man y Sai Baba.
La TV le tomó el pelo toda su vida al comandante extraterrestre (y a todo el pueblo); creo que un desquite como aquél ya histórico se hace admisible desde ese punto de vista.
¡Muy bueno! En Guerrigliamarketing.it se lee: «crea eventi fittizi o campagne al limite della legalità». Me quedo más tranquilo… ¿Y Ud. en qué anda, Clomro? (le suplico síntesis, por el amor de Baba)
excelnte post, para variar :-)… y con el agregado del montaje pergeñado por Javier : una joya !!!
Muy buen post Alejandro. Y gracioso el Slide. No tenía idea de esa noticia de la cara repetitiva ni del motor enchufado en el futbolista.
Patética la forma en que engañan.
¿Qué sigue ahora?
Para quienes seguimos las noticias dudo que algo pueda conmovernos.
La verdad será cuestión de gente que la busque.
Abrazo
Antes se decia ver para creer, ahora aunque lo veas tenes que dudar.
Muy buen post. Cuando vi lo de This Man pensé que iban a salir con alguna serie de TV atrás. Interesante el recorrido histórico, así no nos quedamos con lo de ahora nomás.
Mauricio: en lo que ando, lo sintetiza el libro «Invasores». Saludos
Dicen algunos autotitulados «expertos» que el único termómetro real para saber si un blog funciona o no es «la cantidad» de comentarios.
Que me perdonen los licenciados, pero esas teorías apestan.
No por despreciar el volumen de visitas, que corresponde agradecer si se refleja en un crecimiento de lectores genuinamente interesados en los temas que trato en el blog, sino porque prefiero lectores activos y que aporten datos o ideas, más allá de coincidir o no con el rumbo de sus ideas sobre el asunto tratado.
En suma, lo más estimulante (y gratificante, por eso todavía remo con Magia Crítica) es la participación constructiva del lector.
La conclusión de Sebastián Jarré -«La verdad será cuestión de gente que la busque»- dan pilas para seguir: fue un lector el que escribió el remate que el post necesitaba.
Gracias a todos por sus comentarios.
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